Hay temas que durante años han sido intocables por diferentes razones, a veces sin sentido.
La edad de las mujeres, la próstata de los hombres, las condiciones humanas de Jesucristo. Uno de ellos es sin duda el de los símbolos patrios.
Arriesgando a que me insulten, tengo que decir que detesto los escudos de Colombia, Antioquia y Medellín. No entiendo por qué las banderas y los himnos de Antioquia y Medellín son iguales. Hay frases en los himnos que son entre ridículas e incomprensibles. No nos dé pena replantear varios de los símbolos.
El escudo nacional, por ejemplo, no debe estar presidido por un cóndor, ave carroñera que el 99 % de la población no conoce. Un ave como la guacamaya, mucho más bella y que posee todos los colores como símbolo de diversidad y alegría podría ser mejor y más representativa. El gorro frigio, antiguo símbolo de la libertad de los franceses no tiene sentido alguno en nuestro escudo, quedaría mejor un sombrero voltiao.
Las cornucopias de la abundancia, símbolo igualmente extranjero e incomprensible para los colombianos, podría cambiarse por flores y frutas de nuestro trópico. El canal de Panamá que nuestros dirigentes vendieron a cambio de un plato de lentejas es una ofensa. Quedarían mejor, al menos mientras no las entreguemos, San Andrés y Providencia. El escudo de Colombia es, pues, obsoleto y hasta ridículo.
En cuanto al himno, son 11 estrofas y un coro y los colombianos máximo sabemos dos.
Hasta nuestros artistas más renombrados se lo tiran inventando porque no se lo saben.
Además que no entendemos palabras como inmarcesible, centauros, termópilas, cíclopes, epopeyas. Si se mira con cuidado es una incitación a la violencia, a la discriminación religiosa y a la lucha de clases.
El himno de Antioquia y Medellín tiene 24 estrofas y hace apología al hacha para tumbar bosques. Es la historia y glorificación de una guerra y de la violencia.
El escudo de Antioquia que viene desde 1812, muestra a una actriz mexicana llamada Virginia Fábregas, feíta ella, con un gorro frigio francés en la mano derecha que no significa frigidez y que para nosotros tampoco nos expresa nada.
El escudo de Medellín lo aprobó en 1678 el rey Carlos II de España y muestra un torreón con almenas de los que no existen en Medellín ni sus alrededores. Tiene un escudo de armas que corresponde a la casa Portocarrero, de España y aparece la Virgen de la Candelaria, perteneciente a Tenerife, también en España. Ahí tenemos. Hay que cambiar el himno de Colombia, de Antioquia y Medellín, los escudos de Colombia, Antioquia y Medellín.
Caigan rayos y centellas por la propuesta, pero seamos serios y démonos unos símbolos que nos representen fielmente y resalten la inmensa cantidad de cualidades y riquezas que poseemos los colombianos, los antioqueños y los medellinenses. Sin folclorismos pero sin miedo. Nos merecemos algo mejor.
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