En el taller de Luisa Nicholls, que ocupa dos pisos de una casona en el sector del Parque Lleras, se sienten la buena energía y la calidez.
Tal vez sea culpa del jardín de bambú que la rodea, del evocador sonido de la quebrada, o del patio trasero con árboles, adoquines y plantas que te hacen pensar en la casa de la abuela.
El caso es que da gusto estar allí, descubrir el encanto de una pared vestida por madera envejecida, que hace las veces de exhibidor de la marca que creó con su socia Lina Vélez. Y acercarse y admirar el diseño de una cartera, de un tocado para el pelo, un collar o unos shorts.
Y da gusto, también, encontrarse con las razones del talento de esta joven, puestas en un maniquí, en un prototipo que cuelga esperando por una novia que llega a la prueba o en las telas de Francia, Italia, España y E.U., que Luisa dobla con afecto. Como si aquellos trozos de tela fueran a expresarse y decirle, de alguna secreta manera, para qué fueron hechos.
El de Luisa Nicholls es un nombre sonoro y difícil de olvidar, especialmente cuando te dicen que se trata de la diseñadora que muchas mujeres buscan hoy en la ciudad para que entienda y traduzca sus deseos de vestirse de novia.
Y es que allí, como en la casa de una amiga, llegan las novias, se toman un café, ella les muestra diseños o les cuenta cómo es el traje de sus sueños. Y comienza un proceso de bocetos (ver imágenes superiores), elección de telas, aplicaciones, cristales y más, que requiere de unas seis citas, para que esa mujer camine hacia el altar y convencida de que así se había imaginado; que todos la miran y reconocen que ese vestido de encaje (como el que usó Luisa en su boda en noviembre pasado), en tafetán o charmusse de seda, refleja su esencia, su gusto, su estilo. Que lleva su nombre y el de Luisa.
Con la certeza de que cada novia tiene su historia, Luisa procura estar presente en ese proceso, con la dedicación y la calma que requiere.
Y, consciente de que su nombre tiene fuerza entre las jovencitas que se alistan para celebrar los 15, el prom, y entre las mujeres que buscan un vestido para una fiesta, un nuevo short, un chaleco; que quieren destacarse en un almuerzo de trabajo o que quieren una nueva cartera, la diseñadora propone Especia.
Se trata de una marca con una identidad definida, desde el concepto pret a porter o lista para usar, que tanto le sirve a la mujer de hoy.
Al lado de su socia Lina Vélez, hoy comparten el sueño de hacer de Especia una experiencia de compra, de verla crecer en nombre, como una plantita, y en puntos de venta. Y una meta que conjuga amistad y trabajo: diseñar el traje de novia de Lina, a quien hace pocas semanas le propusieron matrimonio.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4