Tres millones de colombianos no reciben un solo peso de ingreso. La cifra no es nada despreciable entre las tasas de desocupación más altas del hemisferio.
El caso colombiano es dramático y así lo ha advertido José Antonio Ocampo, quien fue director del Centro Económico para América Latina, CEPAL.
Colombia es el país con mayor desigualdad en la región latinoamericana, y la región es la más desigual del planeta.
Uno de cada dos colombianos es pobre y uno de cada seis está en la extrema pobreza.
Paradójicamente, algunos colegas economistas, advierten que mientras la economía crezca, se reducirá la pobreza. Lo cierto es que crece, pero para que unos pocos se beneficien.
El gasto social del Estado en planes para reducir la pobreza en los últimos años ha fracasado.
Familias en Acción pasó de una inversión de 300 mil millones de pesos a dos billones; el Sisbén aumentó la cobertura en un ciento por ciento; y el Instituto de Bienestar Familiar en un 108 por ciento. Pese a ello, cerca de 25 millones de colombianos son pobres y diez millones están en la indigencia.
El Banco Mundial ha advertido que el país ocupa el tercer puesto en América Latina con la peor distribución de la riqueza.
Según el investigador y economista Carlos Narváez Tulcán, "cinco grupos financieros controlan el 92 por ciento de los activos del sector y cuatro grupos económicos son propietarios del 80 por ciento de los medios de comunicación".
El modelo asistencialista de nada ha servido. Programas como Familias en Acción o Guardabosques no han tenido un alto impacto, pues se basan en que la distribución se haga a través del gasto público, incrementando el círculo vicioso de la pobreza.
Según el Dane, con estas políticas asistencialistas solo en 2043 se reducirá a la mitad la extrema pobreza: pasaríamos de 10 millones de indigentes a 5 millones.
Los días en los que se entregan los subsidios de Familias en Acción, las afueras de las oficinas de Acción Social se convierten en mercados persas; muchas personas aprovechan para venderles a los beneficiarios productos que no cubren sus necesidades. Un proverbio oriental lo expone claramente: "si le das un pez a una persona comerá solo una vez, pero si le enseñas a pescar comerá toda la vida".
Hace poco, en el Senado de la República, en un foro sobre la pobreza, se dijo que si la población colombiana la dividiéramos en cinco grupos, cada uno con un 20 por ciento de habitantes, siendo el grupo 1 el más pobre y el 5 el más rico. El primero, recibe solo un uno por ciento del Estado para financiar su educación superior; en cambio, el más rico, el grupo quinto, recibe el 46 por ciento. En otras proporciones sucedería lo mismo con pensiones y subsidio familiar.
El Estado, además de los altos niveles de corrupción, es responsable de la desigualdad social.
No obstante, hay que reconocer que el programa Acción Social y su Red Juntos, le ha puesto rostro a la pobreza, identificando cuáles son los pobres, cómo y dónde viven, y qué hacen.
Si no enfrentamos con políticas públicas agresivas, la pobreza avanzará como un buldócer, así lo advierte Narváez Tulcán, arrollando y atropellando todo lo que encuentre.
Lo primordial, por ahora, es que los ciudadanos, a través de la democracia participativa, reclamen con vehemencia sus derechos fundamentales.
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