No todo está perdido para los monos aulladores cuando los mercaderes los sacan de su hábitat y los venden como mascotas. Para estos animalitos hay esperanzas de recuperarse y se las da Ecosantafé, la Fundación del zoológico de Medellín.
En un país en donde se asesina a bala a un hipopótamo, también hay entes para los que el amor por la naturaleza no tiene altas ni bajas sino que es sencillamente firme: protegerla a como dé lugar, incluso con limitaciones económicas.
El mono aullador es una especie de primate muy singular, tranquilo y pasivo, y que se alimenta de frutas, hojas y flores. Y ha sido la preferida de los traficantes de fauna, que la ofrecen en las carreteras de la Costa como quien vende obleas y pasteles a los viajeros.
Pese a los controles de las autoridades ambientales, muchas veces logran su cometido de comercializarlas, irónicamente, también a viajeros de poca conciencia ambiental, que se los llevan a sus casas a competir como mascotas con perros y gatos. Pagan sumas entre los 80 mil y los 100 mil pesos y se los llevan a alimentarlos con dietas humanas, que poco bien les hacen. Al final, los monos terminan enfermos, tristes y hasta muertos.
A los que la Policía Ambiental, el Área Metropolitana y Corantioquia logra incautar porque es prohibida su tenencia en casas, Ecosantafé los acoge e inicia con ellos un proceso de rehabilitación para luego liberarlos.
Esto se hace desde 1999, cuando se creó la entidad, que se sostiene con recursos propios y donaciones. Su labor no es fácil, pues además de no poseer un gran capital para investigación, tampoco dispone de recursos para adquirir predios para liberar a los monos que logra recuperar para la vida silvestre.
La mejor prueba de esta falencia llegó a principios de este año, cuando Ecosantafé debió desalojar un predio que tenía en La Pintada para sus trabajos con esta especie animal y buscar otras tierras para continuar su tarea.
Catalina Gómez, coordinadora de los programas de la entidad, explica que el sitio de La Pintada se los había cedido el Idea en comodato a cambio de ellos conservarlo en buen estado.
"El Idea le compró esas tierras al Fondo Ganadero de Antioquia y nos las cedió, pero se las vendió de nuevo a Fogansa (que es el mismo fondo ganadero pero con otra figura jurídica) para ellos dedicarlas a su actividad, tuvimos que buscar apoyo en otras municipios y Jericó nos abrió las puertas".
Hábitat en Jericó
Alberto Parra Ceballos, subsecretario de Medio Ambiente de esta localidad del Suroeste, explica que en su municipio el mono aullador es muy respetado y querido y que allí, desde hace más de 30 años, habita un grupo de animales de esta especie, concretamente en el cerro Las Nubes y un corredor que va hasta Cauca Viejo.
"Le ofrecimos a Ecosantafé traer acá los monos que estaban rehabilitándose en La Pintada para buscar luego una posible liberación. Acá tenemos un predio con condiciones ideales para ese trabajo", afirma Alberto, con quien visitamos el sitio a donde fueron llevados los monos de La Pintada luego de la retoma del lote por los ganaderos, que se comprometieron a proteger los que hay liberados en Farallones. En Jericó, los vimos en dos situaciones: unos encerrados en jaulas y otros saltando alegres entre los árboles del bosque, una reserva natural cercana a Cauca Viejo y atravesada por la quebrada Las Cruces, que posee un humedal que se divisa espectacular desde el cerro. Es un hábitat maravilloso y pleno de ecosistemas.
Larga rehabilitación
Los monos que saltan -o que prácticamente vuelan- entre la vegetación con gran rapidez y agilidad son los que están allí hace décadas y, según Catalina Gómez, obedecen a una repoblación que se hizo de esta especie.
Ellos ya están habituados al lugar y pueden subir a Las Nubes o bajar al calor de Cauca Viejo, "porque es una especie que no tiene problemas en adaptarse a las temperaturas", anota Catalina.
Los enjaulados son los monos que Ecosantafé trata de rehabilitar para buscarles luego una liberación en un sitio adecuado donde puedan subsistir sin problemas. Ese sitio no sería, sin embargo, la reserva de Jericó donde está la otra población de monos, calculada en unos setenta.
El obstáculo es precisamente la presencia de este grupo, "porque no conocemos la genética ni su procedencia, entonces no los podemos mezclar, hay que soltarlos en un lugar libre de otras especies silvestres", precisó Catalina.
Pero lo positivo es que el proceso va bien. Ella dice que todos los monos a su haber son incautados a los inescrupulosos y su reahabilitación tarda entre tres y cinco años, tiempo al cabo del cual los monos pueden ser liberados sin que corran riesgos.
Ecosantafé no dispone de predios propios, pero Corantioquia (la autoridad ambiental en el Suroeste y que da el permiso de la liberación) ofrece los espacios. Una noticia ambiental de gran impacto, pues la sociedad actual no perdona las agresiones a los animales.
Y así, los aullidos de este mono existente en Colombia, Perú y Brasil, podrán seguirse escuchando a kilómetros de distancia, gritos con los que permiten a sus individuos relocalizar la manada, en la que siempre andan.
Un espectáculo natural con el que algunos inconscientes intentan acabar ya sea para ganarse unos pesos capturando la especie para venderla, o talando el bosque donde ellos viven y se reproducen. Dos exabruptos de la mano humana, que a veces es criminal con la naturaleza.
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