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Nicaragua, camino al neosomocismo

  • Nicaragua, camino al neosomocismo | Andrés Oppenheimer.
    Nicaragua, camino al neosomocismo | Andrés Oppenheimer.
19 de marzo de 2011
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El presidente Daniel Ortega tiene tan sólo el 36 por ciento de apoyo en las encuestas y enfrenta cada vez más acusaciones de abuso de poder y corrupción. Pero durante una visita de tres días a Nicaragua, no encontré a nadie que dudara de que Ortega ganará con facilidad las elecciones del 6 de noviembre.

Ortega se enfrentará con una oposición fragmentada, de cuatro candidatos, encabezada por el expresidente Arnoldo Alemán, y el empresario radial Fabio Gadea, con el 23 por ciento y el 17 por ciento de apoyo de los votantes, respectivamente. Según las reglas de juego confeccionadas a medida del presidente por organismos electorales controlados por Ortega, éste podría ganar las elecciones con apenas un 35 por ciento de los votos.

La opinión generalizada entre la clase política nicaragüense es que Ortega, el excomandante guerrillero que gobernó durante una década después de la revolución sandinista de 1979, y que posteriormente fue electo para volver al poder en 2006, violó la Constitución recientemente al recurrir a tretas legales para lograr presentarse como candidato para un segundo mandato consecutivo.

Pero tras obtener una dudosa cobertura legal de un tribunal electoral controlado por el gobierno, y con dinero en efectivo gracias a los fondos enviados por el presidente venezolano Hugo Chávez -quien, según se estima, envía alrededor de 500 millones de dólares anuales a Nicaragua-, Ortega parece invencible.

La economía creció un 4.5 por ciento el año pasado, y se espera que este año crezca al menos un 3 por ciento. Eso, sumado a los precios récord de las exportaciones de café nicaragüense, y al dinero de Chávez -gran parte del cual son fondos discrecionales, no incluidos en el presupuesto del gobierno- le ofrecen a Ortega un impresionante fondo de campaña.

Pero eso no es todo. Para mi sorpresa, la comunidad empresarial parece aliviada con Ortega, quien a diferencia de su benefactor, Chávez, no ha nacionalizado ni confiscado grandes empresas privadas.

Muchos empresarios con los que hablé me dijeron que, pese a sus incendiarios discursos anticapitalistas y antiimperialistas, Ortega ha mantenido un Banco Central semiindependiente, y recibe créditos del Fondo Monetario Internacional, aceptando sus condiciones de manejo macroeconómico.

¿Se ha entregado la comunidad empresarial a uno de los líderes populistas más radicales de Latinoamérica?, le pregunté a Arturo Cruz, quien fue embajador en Washington durante una presidencia anterior de Ortega, y que ahora es profesor en la escuela de negocios Incae. Cruz rechazó la premisa de mi pregunta, argumentando -sólo a medias en broma- que el gobierno de Ortega ha creado un nuevo modelo: el "populismo responsable''.

Mi opinión: la revolución de Ortega, como muchas otras, está terminando en su punto de partida, y se parece cada vez más al régimen de Somoza que derrocó en 1979.

Es una autocracia unipersonal, rodeada de corrupción, que se beneficia con los altos precios mundiales de sus exportaciones de materias primas y de la generosidad de un benefactor extranjero.

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