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Niñas que cambian las muñecas por las armas

EN MEDELLÍN SE PRESENTA un aumento de la participación de niñas, entre los 14 y 17 años, en los combos delincuenciales. Las autoridades no tienen cifras concretas de cuántas son las que están delinquiendo.

  • Niñas que cambian las muñecas por las armas | Manuel Saldarriaga | Las adolescentes son utilizadas por los integrantes de combos delincuenciales para transportar y guardar las armas, llevan las drogas y campanean cuando la Policía patrulla.
    Niñas que cambian las muñecas por las armas | Manuel Saldarriaga | Las adolescentes son utilizadas por los integrantes de combos delincuenciales para transportar y guardar las armas, llevan las drogas y campanean cuando la Policía patrulla.
09 de octubre de 2010
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Joche cayó hace 11 años junto a otros dos amigos. Se derrumbó en la esquina de su casa, sin poder correr los metros que lo separaban de su puerta. Desde un taxi, tres hombres que ocultaron su identidad bajo capuchas dispararon contra todo lo que se moviera. Ahora, en la esquina donde Joche se despidió de este mundo, una cruz pintada en la pared recuerda su nombre.

Minutos después de aquellos tiros que aún retumban en su memoria, Carla* recogió a su amigo. Tenía 12 años cuando comenzó a ver que los "amiguitos", con los que había jugado en las calles estrechas de su barrio, caían por el fuego de los cañones de un conflicto que ella "nunca pidió vivir".

"Así llegué al combo. Yo nunca pensé que estaría ahí, pero la otra gente lo vuelve a una mala. Ya llevó 11 años metida en esto", dice.

Desde ese día, las muñecas y juguetes de Carla se quedaron en el cajón. Los reemplazó por las balas y las armas que cada noche esconde bajo su almohada.

"Yo cargo las armas"
Natalia* está en noveno grado. Pese a la falta de recursos, sueña con terminar el bachillerato e ingresar a la universidad.

Es la mayor de seis hermanos de los cuales dice "no entienden nada del conflicto". Con 16 años pasó ya por dos combos y aunque afirma que nunca ha asesinado a nadie, no dudaría en hacerlo si fuese necesario defender lo suyo.

En el combo delincuencial cumple tareas específicas. Luego de salir de clases se reúne con los muchachos a quienes considera sus amigos. Allí pasa sus tardes.

"Les llevó las armas, se las guardo, les llevó las drogas, les sirvo de campanera en caso de que llegue la Policía, y hacemos hasta inteligencia contra los otros".

Natalia y Carla integran ese grupo de niñas que hacen parte de los 'combos', y que según la Personería para los Derechos Humanos en Medellín es un fenómeno creciente en la ciudad, pero no se tienen datos consolidados.

Ana Patricia Aristizábal, personera Delegada para los Derechos Humanos, explica que "un gran alimentador del conflicto son los menores de edad (hombres y mujeres). Obviamente no hay cifras, porque tendríamos que hacer esa investigación desde adentro (de los combos) y eso no es posible".

Jaime Jaramillo Panesso, vocero del Grupo de Notables, afirma que tanto Natalia como Carla, y otras menores que ingresan al conflicto, "no son un mito. Hay 'rosaritos' en las comunas que comienzan a tener emulación en las bandas y no podemos tener prejuicios creyendo que solamente los muchachos son los que aplican. Las mujeres son víctimas, pero también victimarias".

Pero lo más preocupante, según el concejal Federico Gutiérrez, es que los menores "son utilizados como fichas estratégicas por los jefes de los combos. Ellos saben que un hombre Policía no puede requisar a una niña, por eso ellas llevan las armas, transportan la droga y hacen otro tipo de trabajos, como 'carritos' o para trabajos de sicariato".

Buscan aceptación
Antes de salir a hacer algún trabajo, Natalia se encomienda a la Virgen del Carmen que tiene en su cuarto.

Reza para que las autoridades no la capturen, para que no sufra ningún atentado o, simplemente, para que su madre no se dé cuenta que pertenece al "combo".

"Le pido que no me pase nada", dice, y va a reunirse con los muchachos.

El antropólogo Juan Fernando Restrepo explica que lo que buscan las mujeres al hacer parte de estos grupos sociales es la aceptación y la admiración.

"Ellas -sostiene Restrepo- ven esto como parte de su grupo primario en el que buscan los afectos que no pueden encontrar en la casa o en sus espacios. Saben que los chicos les ofrecerán protección y eso las hace sentir importantes".

Según el subcomandante de la Policía Metropolitana, coronel Alejandro Bustamante, esta situación se presenta porque "en algunos sectores crecen con total ausencia de los padres y ellos ven en forma cultural y normal que se asesina a alguien para ganarse una platica. Por eso hay que apuntarle a la educación, para romper ese ciclo de violencia".

El personero de Medellín, Jairo Herrán Vargas, señala que parte de este conflicto es la inversión de valores "porque hay demasiados núcleos familiares donde la que crió a la muchacha es la tía o los abuelos. Eso ha llevado a que el tema de la autoridad familiar haya quedado muy relegado".

La realidad supera la ficción
"Nunca he querido ser como ella. Es más, yo no miré esa novelita. Yo soy lo que quiero ser y listo", dice Carla refiriéndose a una de las telenovelas sobre mujeres sicarias que hace poco se presentó en el país.

Para Ana Patricia Aristizábal, el fenómeno de las niñas en el conflicto va mucho más allá de la televisión.

"Los menores de edad no es que estén en las guerras porque ven las novelas. Yo creo que la realidad supera cualquier ficción. Es un hecho que eso es lo que existe en Colombia. Hay un asunto ligado a una cultura mafiosa que lleva muchos años en el país, y de manera contundente en Medellín".

Sin embargo, el crítico de televisión Omar Rincón expresa que "la televisión es una vitrina de comportamientos y conductas de valoraciones que la gente sí tiene en cuenta. Es uno de los referentes que la sociedad analiza, en sintonía con otros aparatos de formación social".

Rincón afirma que, no obstante, hay otros pilares que cumplen un papel fundamental en la formación de los menores, como son la familia, la escuela, el ámbito religioso; y si uno de estos falla, es ahí donde entra la televisión a ocupar ese vacío con esos contenidos.

Caminos diversos
La figura delgada y morena de Natalia, cautiva y enamora incluso a los mismos integrantes de su "combo". Dice que en su cuarto la virgencita es quien la cuida, y guarda las armas en un cajón donde ni siquiera su madre se imagina qué hay allí.

Mientras empuña un revólver expresa que quiere estudiar en la universidad y salir adelante. "Quiero estar con mi familia".

Mientras tanto, Carla ya perdió sus esperanzas. Cuenta que el conflicto se le llevó media vida y que seguirá ahí hasta que Dios o una bala se lo impidan.

Ella prefiere las armas a las muñecas que alguna vez dejó tiradas y que ahora solo sirven de adorno para su cama, y de recuerdos furtivos de su infancia.

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