El derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak en Egipto dio fin a una dictadura de treinta años y con éste se iniciaron protestas en Arabia Saudita, Baréin, Siria, Jordania y Yemen, muchas de las cuales aún continúan.
En Cuba, Raúl Castro intenta promover reformas que permitan que la dictadura y la permanente violación de derechos humanos perduren.
Pero el pueblo cubano, al igual que el árabe, está cansado de la opresión. Ejemplo de ello son las Damas de Blanco, el Proyecto Varela y las huelgas de hambre de Guillermo Fariñas, que claman por mayores libertades políticas e individuales en la isla.
La comunidad internacional debería denunciar la violación de derechos humanos en Cuba y fomentar la democracia en la isla, así como ha salido a respaldar la revolución en Libia.
La operación "Odisea del Amanecer" busca promover la democracia en Libia y los aliados de Gadafi no han dejado de criticar la operación.
Fidel Castro y Hugo Chávez han protestado por la intervención y, como cínicos, argumentan que están a favor de la democracia y la defensa de los derechos humanos. Obviamente protestan porque temen el mismo destino.
Y, sin duda, los autócratas latinoamericanos tienen por qué asustarse, pues las protestas y revoluciones podrían suceder antes de lo pensando.
Al comparar el mundo árabe y América Latina se encuentra que el populismo (de derecha e izquierda) y las restricciones a la libertad de prensa se han tornado más comunes.
Según el índice de democracia de The Economist , en 2010 los niveles de participación política y promoción de la cultura democrática no presentaron una mejora significativa respecto de 2008.
Otro de los detonadores de las protestas en Medio Oriente y Norte de África, y que caldea los ánimos en Latinoamérica, es la corrupción.
De acuerdo con el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, el promedio para estas dos regiones fue de 3,9 de 10 (donde 10 representa un país libre de corrupción y 0 uno totalmente corrupto) y 3,5, respectivamente.
Los países en ambas regiones con mejor calificación fueron Qatar con 7,7 y Chile con 7,2; y los de peor puntaje fueron Irak con 1,5 y Venezuela con 2.
Luego, ¿qué puede hacer Latinoamérica para fomentar la probidad y la democracia? Promover la educación y la equidad, denunciar la violación de derechos humanos y apoyar la tolerancia de todas las ideologías políticas pero nunca las autocracias o dictaduras.
Lo que está pasando en Medio Oriente y Norte de África es una clara advertencia para Latinoamérica: bajos niveles de democracia, inequidad y corrupción rampante derivan en protestas, revoluciones y cambio de regímenes.
Efectivamente, no hay mal que dure cien años, ni país que lo resista.
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