El asesino de su propio hijo, referenciado en Colombia como el peor padre posible, fue sentenciado a 60 años de cárcel y una multimillonaria multa, como acto de reparación a la madre del menor, por los delitos de secuestro simple y homicidio agravado.
Orlando Pelayo, padre del bebé Luis Santiago Lozano, pagará la máxima pena existente en Colombia, mientras casi simultáneamente se conoció sobre la entrega de cerca de 2 millones de firmas que apoyan la convocatoria a un referendo para tramitar en el Congreso la ley de cadena perpetua para los abusadores de menores.
El castigo ejemplar que se le impuso a Pelayo, más la iniciativa que fortalecerá las penas para esta clase de delincuentes, nos hacen pensar que el país está hastiado de ver a niños sacrificados y abusados. Y quiere un ¡No más! para estos delitos. Toda muerte es dolorosa, pero lo es más la de un niño inocente y la sociedad que no abomina de estos hechos no tiene claro su futuro.
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