Seguro le han dicho que en Venecia, La Serenísima, hay cientos de cosas por ver. Que uno no se puede perder la Plaza de San Marcos, el Puente de la Academia o las maravillosas islas de Murano y Burano.
Venecia, es verdad, es una ciudad con encantos y caminar por sus callejones imaginando cómo fue en el pasado aquella ciudad que se empezó a construir en el siglo V es maravilloso. En cada paso veía los personajes de las obras de Carlo Goldoni. Pero empezar fue difícil. Era la una de la tarde y el sol estaba muy picante para ser primavera. Mi bus llegó al Piazzale Roma proveniente del aeropuerto de Treviso. Este lugar es el único al que llegan carros, una vez allí el código cambia totalmente pues las únicas formas de movilizarse son caminar y usar los botes. Primera recomendación, infórmese muy bien dónde queda su hotel y, si puede, consiga un mapa en internet para conocer el mejor recorrido para llegar allí. Muchos de los hospedajes ofrecen en su sitio web un mapa en el que muestran cómo llegar.
Otra recomendación: por más que le ofrezcan no se suba a un taxi. El gasto le puede costar unos 80 euros y esto hace un hueco muy grande en la billetera de un turista. Afortunadamente Venecia cuenta con un sistema de transporte muy efectivo: los vaporetti, una especie de metro que va por el Gran Canal y que también lleva pasajeros a las islas vecinas.
El Piazzale Roma es el punto de partida de muchas de las líneas, por lo que conviene informarse cuál es la que sirve. La línea 1, por ejemplo, para en todas las estaciones que están sobre el Gran Canal por lo que es la que casi todo el mundo usa pues, a veces, entender los mapas puede ser complicado.
Si no hay cómo consultar antes, en cada estación existen mapas y los que regalan en los hoteles, además de tener un plano detallado de calles y callejones, vienen con el del transporte público.
Lo mejor es comprar tiquetes con una validez amplia. No es rentable, por ejemplo, adquirir el que dura una hora, pues cuesta 6,50 euros (por 10 tiquetes de metro en Roma se pagan 10 euros). Es mejor, en cambio, comprar los que duran más tiempo. El que es válido por 24 horas cuesta 16 euros; el de 36, 21; el de 48, 26; y el de 72, 31. Se compran, obviamente, en función del tiempo que uno vaya a estar en la ciudad. Incluso, las visitas a Murano y a Burano justifican la inversión pues de comprar un tiquete sencillo serían, por lo menos, unos 24 euros por persona.
Conviene también informarse muy bien sobre los horarios de cada una de las líneas porque los botes pasan con frecuencias cortas y otras más largas, por eso, antes de salir a una de las islas o a una estación lejana del hotel es mejor saber a qué horas sale el último barco.
Si tiene dudas, pregunte en su hotel, los empleados saben que moverse por los canales de Venecia es muy difícil y siempre están dispuestos a colaborar, al igual que la gente en la calle.
Y si quiere saber más, el sitio oficial de Venecia en la web es www.venicewelcome.com.
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