Obama entra en la historia como el primer afroamericano, hijo de un emigrante (padre keniano y madre americana) en llegar a la Presidencia del país más poderoso del mundo, prueba elocuente de que en esa nación los sueños son posibles, si la persona que los concibe se prepara con tesón, humildad y honestidad para concretarlos.
Pero más que un soñador, el nuevo Presidente de Estados Unidos está animado por la visión del cambio. Es un visionario que quiere transformar a su país, que traza nuevas realidades de unión para una nación enfrentada a "dos guerras, un planeta en peligro y la peor crisis financiera en un siglo", como lo dijo en su emotivo discurso de triunfo en el Grant Park de Chicago.
En el blanco y negro de su vida, en sus 47 años, al ex senador Barack Obama nadie le ha regalado nada. En la contienda por la Presidencia hizo gala de un gran carisma personal y una preparación profesional, graduado con honores en las Universidades de Harvard y Columbia, con un peso específico tal que anula cualquier atribución que se quiera hacer de su triunfo al rechazo que genera hoy entre los estadounidenses el marasmo en que los sumió Bush en materia económica y en política internacional.
Su triunfo es también clara muestra de la avanzada cultura política de Estados Unidos, que nuevamente reivindica valores democráticos como la igualdad en los derechos y el respeto en las diferencias, algunas tan ancladas en el pasado como el racismo. Cultura política expresada en reconocer la derrota con palabras como "fue mi rival, ahora es mi Presidente", que pronunció su contrincante John McCain. Fue un debate político intenso que en principio giró en torno al tema de la guerra y que terminó muy cerca del bolsillo de los estadounidenses por causa de la crisis económica mundial y de la recesión interna.
Las posiciones firmes y claras de Obama, que además de ser poseedor del don de la palabra sonríe mientras habla, y que no dudó en acudir a nuevas tecnologías como YouTube, impactaron en los jóvenes y en las minorías a los que en forma insistente les comunicó que el cambio es posible. "El cambio llegó a los Estados Unidos", dijo en su noche de exaltación al alcanzar los 338 votos electorales. La presencia entusiasta de las nuevas generaciones, en unas elecciones cuya votación es histórica, confirma que ese cambio es, de igual modo, generacional y multirracial; que Estados Unidos está ante un quiebre de paradigmas en todo sentido y que esa transformación tiene que inspirar a otros países, como el nuestro.
Ahora, Colombia está obligada a diseñar una estrategia, ojalá con asesoría internacional al más alto nivel, para adaptarnos a la nueva realidad y acercarnos a los demócratas, reforzando la relación con Estados Unidos en temas tan vitales como la lucha contra las drogas, que es un imperativo mundial; la defensa de los derechos humanos, un deber nuestro, constitucional; y la cooperación internacional para preservar los valores democráticos, de los que Estados Unidos hizo gala en esta ejemplarizante elección.
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