La alegría en el rostro de Alejandro cambia. No es una victoria cualquiera, no es un torneo cualquiera. "He disfrutado esto como nada en mi vida", dice el antioqueño González, quien va con camino victorioso en el tenis de campo de los Juegos Panamericanos de Guadalajara.
Alejandro González Álvarez vuelve a una selección Colombia. No lo hacía desde que era un niño, de voz delgadita y menos gruesa que la que porta ahora a los 22 años. "Fue en una sub16, que pasó hace mucho tiempo. Era todavía juvenil y nunca ha este nivel".
Hace un mes recibió el llamado de Colsanitas, que de mano de la Federación Colombiana y el Comité Olímpico Colombiano lo habían elegido a él para completar el equipo que encabezaba la pareja de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah. Alejo dijo de una que sí. Hoy no se cambia por nadie.
"Estar en la Villa Panamericana es una experiencia única, de las mejores. Estar con atletas de otros deportes, no solo los tenistas, es algo que te da mucha alegría, que te llena de ganas y de confianza", sostiene con una mueca de alegría que no se le vio al momento de ganar su duelo de octavos de final ante el salvadoreño Marcelo Arévalo.
El centroamericano no pudo seguir. Cuando el marcador estaba 5-3 en favor del paisa, y con el 15-0 en el tablero, Arévalo se torció el tobillo, de tal manera, que no pudo seguir. Sus lágrimas hablaron por él, y con llanto asumió la derrota.
"No es la mejor forma de ganar, porque es la desgracia para un rival. Pero este es el deporte. No obstante venía jugando muy bien. Estaba arriba para sacar el set, pero nunca te gusta ganar así, más con sus síntomas de dolor", explicó Alejo.
Para cambiarle el semblante al antioqueño, el primero en llegar a los cuartos del torneo individual, había que hablarle del triunfo de la noche del lunes ante César Ramírez. Y aunque era el 483 del mundo, y Alejo ya ha vencido a un top100, es una de sus mejores victorias. "No sabés lo que era el ambiente, un estadio en contra tuyo, que sentías que se te venía encima. Pero lo saqué adelante, una de las mejores victorias de mi vida", apuntó.
Alejo, caballero como el solo y que prefiere no mirar el cuadro, toca esconderle que su camino está expedito. Su rival salía del duelo entre el ecuatoriano Julio Campozano y el guatemalteco Christopher Díaz, dos tenistas a quienes supera en ranquin y experiencia. "Pero quiero fijarme solo en mí, en mis partidos. No sé quien sigue, solo quiero jugar yo", remarcó el paisa.
Y aunque está jugando el torneo de dobles mixtos, junto a Karen Castiblanco, Alejandro se alcanza a emocionar con la experiencia en individuales, y con vestir esa camiseta amarilla, azul y roja, que solo conocía en tallas pequeñas.
"Esta camiseta te da aire, te agranda, te hace sentir que un país está contigo".
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