Había dudado en enviar esta nota a ustedes, pues a veces pienso que puedo ser inoportuno e impertinente. Pero me he decidido a hacerlo porque no quiero pecar por omisión.
La semana pasada, fue evidente en la edición de El Colombiano que la no aparición de la columna Jus Gentium, del doctor Raúl, estaba relacionada con las diferencias de opinión sobre las elecciones que se celebraron en Medellín y Antioquia.
Como ciudadano, como lector y como amigo sincero de El Colombiano y de ustedes, considero que en el ejercicio democrático las diferentes opiniones pueden expresarse con libertad, y que sobre ellas sólo deben pesar las restricciones de la responsabilidad y el respeto.
Si hay disenso, nadie tiene por qué perder; al contrario, es posible que todos ganemos.
El mejor camino para encontrar la verdad y para construir conocimiento es la dialéctica de las ideas. Quienes así pensamos, abogamos porque El Colombiano siempre sea un ágora abierta a la inteligencia y al pluralismo, sin renunciar nunca a la defensa de los principios morales.
Ahora bien, al mismo nivel de lo anterior están los valores familiares y humanos. La familia Gómez Martínez es emblema de Antioquia y modelo para la sociedad.
Por eso, en mi doble carácter de ciudadano y amigo, expreso mi ferviente deseo de que el incidente que menciono arriba pueda superarse con facilidad y con eficacia y no deteriore la fuerza moral que ustedes representan.
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