La decisión de Corea del Sur de congelar las relaciones comerciales con su vecino del norte aumentó la tensión en la península asiática, sobre todo luego de que Pyongyang negara las acusaciones de Seúl en la responsabilidad de los 46 muertos que dejó el hundimiento de un buque de guerra el 26 de marzo.
Con este panorama, donde la diplomacia es la única arma para evitar un enfrentamiento bélico, la presencia de Estados Unidos y China en el medio del conflicto juega un papel relevante.
Según Eduardo Gamarra, Profesor de ciencias políticas de la Universidad Internacional de la Florida, el hecho de que Estados Unidos y Corea del Sur sean aliados, así como lo son Corea del Norte y China, facilita el proceso de diálogo, "pues no existe la menor posibilidad de un enfrentamiento entre Estados Unidos y China".
Según el analista, lo que Washington busca es una respuesta coordinada con Pekín, sobre todo por el "lenguaje bélico" que siempre ha utilizado Corea del Norte.
Y es que los cerca de un millón y medio de soldados con los que cuenta el vecino del norte, en comparación con la relativa debilidad surcoreana, que depende en gran medida de los 28.500 uniformados estadounidenses que los apoyan, generan reacciones más diplomáticas por parte de Seúl.
"Lo que Estados Unidos menos quiere es tener un frente de batalla más", agrega Gamarra. Por eso la presencia de la secretaria de estado de E.U., Hillary Clinton, ayer en Pekín, en busca de la vía conciliadora.
Otro tema en el que Gamarra hace énfasis es la influencia de otros actores en el conflicto como la ONU.
Y es que Corea del Sur pidió la condena por parte del organismo para los del norte y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, así lo ratificó. Sin embargo, las dos potencias mediadoras, China y Estados Unidos, hacen parte del Consejo de Seguridad del organismo y una condena requiere de unanimidad, y "China no va a condenar a su aliado", afirma el docente.
Por eso, cualquier castigo para Norcorea podría ser vetado por Pekín.
Según Bryce Wakefield, experto en temas asiáticos del centro Woodrow Wilson de Estados Unidos, está claro que el misil provino de Corea del Norte, pero lo que hay que aclarar, según él, es si fue una provocación de Pyongyang o una decisión individual de un comandante norcoreano.
Wakefield valora la actitud del presidente surcoreano, Lee Myung-bak, quien, sin parecer débil, exigió excusas y "dejó la pelota en el lado de Pyongyang". "Fue un movimiento muy sensato", dice el analista.
Además, afirma que a pesar de que los del norte participan en una retórica militarista en respuesta a declaraciones de los del sur, "el régimen del presidente Kim Jong-il entiende que cualquier ataque proveniente del norte sería un suicidio".
Sobre el papel de China en la mediación, el experto agrega que, si bien esa potencia no va a dejar de apoyar a Norcorea, tampoco puede ir en contravía de una condena que, si los actores internacionales coinciden en la responsabilidad de Pyongyang, sería inevitable.
Por ahora, la península asiática de 1.000 kilómetros de extensión sigue militarizada, las relaciones entre las Coreas congeladas y China y E.U. fungen de mediadores.
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