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Puerto Berrío espera el regreso del ferrocarril

La ANI adjudicó la recuperación del corredor entre La Dorada y Chiriguaná, incluido un tramo entre Puerto Berrío y Cabañas.

  • Puerto Berrío espera el regreso del ferrocarril | En la estación Grecia (Puerto Berrío) se conservan locomotoras y elementos de los ferrocarriles que el abandono no ha podido borrar del recuerdo. FOTO DONALDO ZULUAGA
    Puerto Berrío espera el regreso del ferrocarril | En la estación Grecia (Puerto Berrío) se conservan locomotoras y elementos de los ferrocarriles que el abandono no ha podido borrar del recuerdo. FOTO DONALDO ZULUAGA
05 de octubre de 2013
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El reloj marca las 9:05 horas en un rincón del escritorio del jefe de la estación Grecia, la última antes de entrar a Puerto Berrío. En el sistema, por convención, se cuentan las horas hasta 24 para evitar confusiones antes y después del meridiano. La máquina funciona, pero en el aire del caserío el tiempo permanece detenido, quizás en el momento en que paró la última locomotora que arrastraba vagones de pasajeros en servicio regular.

La reciente adjudicación de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) de un contrato para recuperar el corredor férreo que va de La Dorada, Caldas, hasta Chiriguaná, Cesar, promete reactivar la vida en los poblados olvidados por los que pasa la carrilera.

Son cerca de 200.000 millones de pesos, invertidos en 553 kilómetros. Los mismos que pueden sacar del letargo a caseríos como Grecia.

A la espera del tren
El jefe de estación, Javier Carvajal, que acumula 34 años trabajando entre trenes, recuerda todavía la alegría que llenaba todo cada vez que llegaba la locomotora, la felicidad que era el final de la espera en la plataforma y en el pueblo.

Con él, que espera cumplir la edad para la jubilación, en su familia van ocho pensiones de cuenta de los ferrocarriles. Con su hija y su nieta son tres generaciones "levantadas con caldo de riel", como dice.

Cuenta que con cada llegada salía la gente con carga para los pueblos a vender lo producido, también que el comercio local bullía, que se vendía pescado, avena y gaseosa. La ausencia de todo ese bullicio, la asocia con un sentimiento triste.

—Por la carga también da tristeza —mira a través de la puerta los rieles vacíos. Ahora son solo pueblitos abandonados, estaciones caídas, desperdigadas y estancadas cada una en el momento en que la dejó el paso del último tren.

—El tren que venía de Bogotá para Medellín era el último que llegaba por la noche y salía primero al otro día —recuerda, Juan Bautista Montaño, un veterano poblador de Grecia, sentado en la frescura de su casa frente a la estación—. Llegaba a las 20:00 horas y salía otra vez a las 05:00.

Juan Bautista tiene en la cara las arrugas que le ha dejado el paso de los años, desde 1958 cuando empezó a trabajar con el ferrocarril. Fue obrero, supervisor, vigilante y mecánico de locomotoras, pero nunca alcanzó una pensión. Los sucesivos recortes de personal no se lo permitieron.

Pero aún espera que vuelvan los trenes, aunque ya no sean los que él mantiene en su memoria y a lo mejor están devorados por la herrumbre en cualquier estación.

—El David Arango era el lujo en ese tiempo —anota. Grecia era entonces paso obligado de las rutas entre Medellín, Bogotá y Santa Marta.

La necesidad del tren
Pasa una motobalinera, como conocen en la región a un planchón de tablas, poco más ancho que la vía férrea, impulsado por una moto fija con la rueda trasera puesta sobre el riel. Estos vehículos informales son los que en la actualidad mueven a los pasajeros de la zona. Algunos tienen bancas para sentarse y hasta carpa por si llueve.

Por radio reporta el conductor de un carromotor, que está listo para seguir hacia Grecia.

—Con precaución, por ahí va un aparato ilegal —previene el jefe de estación. El vehículo viene a invertir el sentido. Pasará de largo y tomará un tramo de la vía al norte, en Santander. Dará marcha atrás y volverá a pasar por Grecia.

Si un tren se encuentra con una motobalinera, esta se debe detener para bajar los pasajeros y entre varios sacarla de la vía. Los informales han aprendido cada curva de memoria, luego de varios accidentes, para no encontrarse con el tren.

En la oficina se conservan itinerarios, nombres de estaciones y kilometrajes. Un recorte de periódico en una pared alienta la esperanza. En la noticia se lee que "el Gobierno considera estratégico realizar una inversión cercana a los $196.000 millones de pesos en un plazo de dos años, para reactivar el modo férreo".

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