Yo creo que la inmensa mayoría de los hijos se lamentan de que sus papás no les dan suficiente libertad. Y no porque no los dejen hacer nada de lo que quieren sino porque lo que ellos entienden por libertad es poder hacer todo lo que se les antoja, sin límites que los restrinjan, normas que les desagraden ni obligaciones que les aburran.
El primer problema que tenemos los padres respecto a la libertad que reclaman los hijos es lograr que entiendan qué significa ser libres. Las personas inmaduras –que no son sólo los menores de edad sino también los adultos infantilizados– suponen que ser libres es hacer solo lo que se les ocurre o les agrada y por eso consideran que quien se oponga a sus deseos está "coartando su libertad".
Lo cierto del caso es que ser libres es, ante todo, ser dueños de sí mismos para poder actuar conforme a lo que saben que es sano, justo y correcto. Serán libres, por ejemplo, los adolescentes que al ver las consecuencias nefastas de usar drogas o tomar trago, no lo hacen porque no quieren arruinar su vida. Las niñas que actúan como les dictan sus principios y no por presión social, y no tienen relaciones sexuales cuándo y con quién no deben hacerlo. Y también todos aquellos jóvenes que hagan el bien y eviten el mal aunque los demás los tachen de "nerdos".
A decir verdad, los hijos realmente libres son dueños de sí mismos y no son sus apetitos sino su voluntad la que rige sus actos; los que viven, no en base a lo que les dictan sus instintos, sino conforme a sus valores y creencias; los que tienen ideales nobles y no quieren perjudicarse ni perjudicar a nadie; los que pueden autocontrolarse y obrar de acuerdo con lo que es sano y apropiado.
Imponerle a la fuerza nuestros criterios a los hijos no necesariamente los convertirá en personas responsables y libres. Para que lo sean tenemos que inculcarles principios y virtudes que les permitan saber qué hacer y qué evitar; formarles una voluntad sólida para que se puedan autocontrolar y hacer lo que está bien y no lo que está mal, así como darles un ejemplo impecable de lo que queremos ver en ellos. En esta forma tendrán los criterios y el dominio para obrar apropiadamente y vivir profundamente satisfechos con lo que harán con su vida.
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