El corazón manda en el amor, la cabeza en todo lo demás. Por eso, Róbinson Zapata vuela con las águilas doradas.
"Si fuera por el querer, me iría a darle una mano al equipo en el que hice toda mi carrera y fue hincha de niño, el América de Cali que está en la B. Pero sé que Itagüí me puede devolver a la Selección. Por eso quiero ser profesional y entregarme del todo en este equipo", dice Rufai, titular hoy en el arco dorado en el debut en Bogotá ante Equidad.
Róbinson es más cerebral. Con amabilidad, cuando se le pone un micrófono al frente habla con tranquilidad, saludando a la gente con buen gesto. Eso lo recoge tras casi 15 años de carrera deportiva, y pasos por el fútbol de Europa (Steaua Bucarest de Rumania y Galatasaray de Turquía) y Argentina (Independiente, Belgrano y Rosario Central).
Antes de todo, tuvo la gran temporada del Cúcuta Deportivo que, además de sus primeros llamados a la Selección Colombia de mayores (estuvo en la sub23 de Londrina), le dio la oportunidad de conocer amigos que lo trajeron al sur del Valle de Aburrá, una zona que siempre lo había tentado, pero que nunca había podido tener como vivienda.
"Estuve con David Córdoba, con Joe Luis Raguá y con Lionard Pajoy (salió del club) en mis años con Pinto en Cúcuta y ellos me hablaron de lo bueno que era el club, de las ventajas y el proyecto deportivo y por eso agradezco la oportunidad", confiesa Zapata, de debut en el América en 1998, y quien en la última temporada estuvo con el Pereira, siendo la valla menos vencida de la Liga Postobón-II, pese a que este elenco descendió.
Dice que al hombre le llega un momento en su vida en que, por encima de los sueldos de muchos ceros o las ciudades con luces rutilantes, hay cosas más importantes en la vida. "Vivir en una buena ciudad es lo que te llama la atención, y Medellín es así. Calmé un antojo de venir a jugar en uno de los equipos de acá, que mantenía hace varios años", sostiene Róbinson, quien en el pulso le gana el lugar a Édigson Velásquez en la titular del equipo.
El nombre Rufai llegó hace 14 años, gracias a Julio Gómez y Eduardo Niño, quienes lo bautizaron así luego del Mundial de Francia-98, al ver su parecido con Peter Rufai, arquero de Nigeria en ese torneo. Desde ahí ha sido casi parte de su nombre. "Me gustó y a todos los buzos les pongo ese apellido".
Hoy, ese nombre lo debe estampar en el dorado de Itagüí, a quien llega con una doble motivación: ser titular en un equipo de la Primera A y verse notable para el nuevo cuerpo técnico del combinado colombiano. "Sé que en un equipo como el Itagüí puedo llegar más fácil a tener un espacio en la Selección. Los puestos de arqueros todavía están libres, no hay nada decidido, y por eso pretendo quedarme en la A, y no en la B con el América. Itagüí puede darme grandes cosas, como las que yo le puedo dar al equipo".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6