Ramón Rodríguez Chacín, el hombre que está guardado en la mente de los colombianos por la frase de aliento que le dio a las Farc en una de sus misiones humanitarias ("Comandante, estamos pendientes de su lucha", se le escuchó decir mientras hablaba con un guerrillero), renunció ayer al ministerio del Interior de Venezuela esgrimiendo razones "estrictamente personales".
Con un largo historial de amistad con el presidente Chávez, que data incluso desde antes el fallido intento golpista de 1992, Rodríguez Chacín ingresó al gobierno venezolano en 2001 como ministro de Relaciones Interiores y en los últimos meses se destacó por su papel de interlocutor del gobierno venezolano con la guerrilla de las Farc.
En diálogo con EL COLOMBIANO, el analista político venezolano Luis Vicente León, aseguró que la salida de Rodríguez Chacín del gabinete representa un intento de Chávez por renovar su política en el tema de seguridad a dos meses de las elecciones que definirán los gobiernos regionales.
"De todas maneras lo más probable es que no salga del Gobierno. Puede que Hugo Chávez lo utilice en algún departamento o incluso, ya suena como embajador de Venezuela en Colombia", comentó León.
En reemplazo de Rodríguez Chacín, asumirá la jefatura del Interior el actual viceministro de Seguridad Ciudadana, Tarek El Aissami.
"Un revolucionario siempre"
El hoy ex ministro es conocido en Venezuela como un viejo militar experto en espionaje y contraespionaje.
Su designación como jefe de la "Operación Emmanuel" a finales del 2007 no fue gratuita pues se considera que su formación en la Armada lo convirtió en uno de los especialistas venezolanos más destacados en maniobras encubiertas.
Fue además uno de los promotores de la polémica ley de inteligencia y contrainteligencia que obligaba a la población a ser informante de los cuerpos de seguridad. Chávez tumbaría esa ley.
Lo que está claro es que fuera o dentro del gobierno Venezolano, el papel de Rodríguez Chacín será preponderante en el pensamiento socialista y bolivariano.
Lo hizo explícito al presentar su renuncia y decir: "un revolucionario no es revolucionario temporalmente, lo es siempre, y yo sigo a la orden y al servicio de este proceso. Voy ahora donde me mande la revolución".
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