No tenía ni idea que sabía mover el cuerpo de esa manera. Que los pies llegaran a esos movimientos. Que pudiera usar un vestido, pararse en el escenario y bailar.
D iego Londoño no sabía que podía ser bailarín. Tampoco que quería serlo. Tenía afinidad con el arte, sabía que no quería estudiar finanzas, que él se iba por las humanidades.
Y cuando estando en un grupo juvenil, en el que había pasado hasta por teatro, conoció el semillero del Ballet Folklórico de Antioquia, la cosa cambió. Y aunque "no sabía ni bailar una cumbia", pasó al semillero y luego el periodo de prueba: hace casi 10 años que hace parte de su elenco.
"La danza es un encuentro de emociones. Une el alma con el cuerpo", dice él, para quien ser bailarín se convirtió en una profesión. Tanto que está estudiando Comunicaciones, pero va de a pocos: ya es feliz con lo que hace.
Cuestión de disciplina
Ella sabe que la atrapó esa magia extraña. Fue desde pequeña que la danza llegó. A na María Granados se metía a cualquier evento que le propusieran en la escuela y después en el colegio, que tuviera que ver con bailar.
Todo hasta que una vez su tía, en el cumpleaños número 12, le dio de regalo entrar a la escuela de ballet: desde entonces no pensó más en la danza como hobby. Es una profesión.
Porque aunque terminó Contaduría pública, vive de bailar: está en el elenco principal del Ballet Folklórico de Antioquia y también da clases. Es más, del ballet, ya es la integrante con más años: siete.
"La palabra clave es disciplina. Total". Después viene la recompensa: los pelos de punta cuando se siente a la gente emocionada en un espectáculo. "Con la danza puedes expresar la vida, lo que quieres ser".
Cuando llega el amor
Muchas cosas enamoraron a Daniel Peláez de la danza, pero hay dos en especial: el trabajo en grupo, en el que se reconoce al otro, y la posibilidad de hacer un tipo de movimientos que otros no pueden hacer.
Y después de los 16 años, cuando vio a un grupo de folclor y él se emocionó, empezó a hacer todo para volverse bailarín. Ya lo logró, y hasta con título universitario: es licenciado en educación en la danza y bailarín de Danza Concierto.
A los alumnos les enseña el autorrespeto por su cuerpo y a ver la danza como un arte. "Una profesión de disciplina".
Por eso las horas de ensayo son largas y la rutina de entrenamiento es difícil: para bailar el cuerpo debe estar preparado. "No es solo de movimiento. También es de fuerza. Si no preparo el cuerpo, el baile no podrá funcionar".
Él no tiene otra palabra que el amor. Porque no hay otra cosa que quiera ser y hacer, en el resto de la vida, que bailar.
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