Cuando este laboratorio de Estructuras a Gran Escala, en la Universidad de Nevada, se pone en acción las edificaciones a su alrededor vibran.
Y sucede así, porque su objetivo es simular sismos, es decir, replicar los datos capturados durante un evento, ocurrido en cualquier parte del mundo, con el fin de medir la resistencia y firmeza de los materiales empleados en la construcción.
Uno de los estudiantes de Doctorado que tiene el privilegio de hacer estas pruebas es un paisa, Juan Guillermo Arias, un ingeniero Civil de la Universidad Nacional, quien luego de vivir y estudiar en México, buscó un lugar único donde pudiera poner a prueba sus conocimientos.
En este espacio, hay tres mesas vibradoras, que pueden funcionar de forma simultánea, y en las que se coloca, por ejemplo, una pieza de concreto de un puente o una mesa quirúrgica de una sala de operaciones.
A través de un software especial y con la ayuda de dos máquinas que aplican fuerza hidráulica a las mesas, es posible reproducir un evento sísmico y sus fatales consecuencias.
Esto permite generar datos, que luego se procesan y devuelven a las empresas, con el fin de tomar los correctivos del caso.
"Son muchas las vidas que se pierden durante un terremoto como consecuencia de defectos en las construcciones", dice Juan Guillermo.
O debido, agrega, a lo poco que se sabe de los materiales sometidos a fuerzas sísmicas. Por ello, su sueño es aplicar estos conocimientos como investigador en alguna universidad del país o el mundo.
Casado con una bióloga, Natalia Molina, que también trabaja en la misma universidad, Juan Guillermo alterna sus actividades con algo de deporte y cultura en una ciudad pequeña, como Reno, que no supera los 500 mil habitantes, y que deriva su economía del juego y el turismo.
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