La sonrisa permanece, brilla más que el oro. Puede que sean nueve las que alumbren el rostro de Carolina Colorado, pero lo que más se ve es su sonrisa.
Metida en una piscina inflable, con hielos en el agua y su cuerpo tiritando de frío, Carolina mantiene su expresión.
Es la felicidad, la que generan los nueve oros ganados en los Juegos Deportivos Nacionales. La felicidad por ayudar a Antioquia a ser la ganadora de las justas. La felicidad de ser la reina del deporte en Colombia.
En Cali demostró que es la mejor. Ganó la mayor cantidad de oros para un deportista en estas justas, igualada con Ómar Pinzón, pero le sacó media cabeza de ventaja por una simple razón: pulverizó cinco récords nacionales, por solo uno de Pinzón.
"Estoy muy feliz. Pese al cansancio y al año tan fuerte, hacer este papel en los Juegos me tiene muy contenta", explica Carolina, ganadora de los oros en los 50 y 100 metros en las modalidades de mariposa, espalda y libres, además de los 200 metros combinados e integrante del relevo 4x100 libre y 4x100 combinado. En todas se montó en el primer lugar del podio, no conoció otro lugar en Cali.
Al lado de la piscina, la inflable y la grande, estuvieron Edilma y Efraín (padres), fácilmente reconocibles por no tener el uniforme de Antioquia. No necesitaban hablar para expresar su felicidad. Sus rostros de ojos brillantes, llenos de orgullo, lo decía todo.
Ellos llevaron a Carolina a una piscina cuando tenía tres años, para que no se terminara ahogando. Recuerdan que le encantaba chapalear en el agua. Hasta que a los once años se convirtió en nadadora de tiempo completo.
"Vine a Cali por Antioquia, por puro amor. Quería venir a ganarme unas medallas por el departamento porque sé que iba a ser difícil pelear por el título", contó Carolina, caldeña, y quien además de derrumbar fronteras con su nado, quiere hacerlo desde un escritorio o una oficina, pues el sueño de ser profesional en Negocios Internacionales es tan fuerte como el de ganar una medalla olímpica.
A Cali llegó con la sangre en el ojo. Sin dejar de reír, y sin malicia, dice que la "toriaron" las vallas en las que salía el gobernador del Valle del Cauca, Juan Carlos Abadía, con unos deportistas, y con las que invadió la unidad deportiva de su querida Medellín.
"Me dieron muchas ganas de venir, no por nada, solo por ayudar a Antioquia. Ahí es cuando uno se olvida de lo duro que ha sido el año, del cansancio que dan los Olímpicos y la preparación. Quería estar en Cali, quería ganar y gracias a Dios se nos dio tanta felicidad".
A Carolina se le fue la mano. Antes del viaje habló de siete pruebas para participar, pero al final terminó metida en nueve oros. Sufrió como nunca a la hora de los relevos, sobre todo el de los estilos, que le significó un dolor de cabeza. "Yo salí con desventaja y perdiendo contra Valle, pero sabía que tenía con qué ganar, y mire".
Es humana. Pese a sus nueve oros y a que la gente crea que es más una sirena o un delfín que un persona común y corriente, Carolina también se marea cuando está cansada, se siente mal luego de un día de tres pruebas como el pasado sábado.
Pero a ella no le importa, no deja su sonrisa, esa que brilla más que los nueve oros y que la corona, esa invisible, de reina de los Juegos Nacionales.
Con ella, nombres como los de Edwin Amaya, Jorge Hugo Giraldo y Diego Alejandro Torres, tendrán que ser tenidos en cuenta por Antioquia, como los mejores.
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