Todo ser humano tiene un talento único y una manera única de expresarlo, se ha dicho. Descubrir ese talento y cultivarlo con esmero es obra de sabiduría. Más que a la mente, pertenece al corazón.
Se ha dicho también que se tiene genio para lo que se tiene gusto. Además de hacerlo bien, pierdo la noción del tiempo y del espacio cuando hago lo que me gusta, es decir, me vuelvo inespacial e intemporal, hasta dejar de comer y de dormir.
Talento es valor, cualidad, competencia, destreza, habilidad. Según san Pablo, los talentos son regalos del Espíritu Santo. Quien descubre y cultiva su talento conociendo su procedencia, vive una profunda espiritualidad, que pertenece a la trama de la vida cotidiana.
Los talentos son para servir. Servir es ir en procura del bienestar radical de los demás. Mi talento me da la capacidad de descubrir necesidades para sacar de ellas, generando así abundancia, que me hace sentir útil, el secreto de la felicidad. Hago feliz a una persona cuando le doy la oportunidad de ser útil.
Trabajar es moldear la existencia dignificándola, humanizándola y aun divinizándola. Por eso, alguien dijo que el trabajo es el único recuerdo que tenemos del paraíso.
Hago del trabajo fuente de ennoblecimiento sin fin. Por eso descubro mi talento y lo cultivo con solicitud, lo cual me vuelve competente en la construcción de un mundo bueno, más humano, donde el Creador habita a gusto. La verdadera vocación sacerdotal.
Medito embelesado el salmo octavo. Hiciste al hombre "poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies".
Mi Creador ha puesto las cosas bajo mis pies, es decir, me ha dado inteligencia para gobernarlas con amor y sabiduría, haciéndolas partícipes de mi condición de hijo de Dios. Lo que espera de mí la creación entera "con dolores de parto" (Rom 8, 22). Asustadora expresión gráfica.
Talento y trabajo van de la mano. El talento es la dotación con que mi Creador me llamó a la vida, y el trabajo es el modo como yo secundo su acción creadora.
La empresa actual habla de talento humano. Otra cosa no puede ser. El talento no es propiamente algo que tengo, es lo que soy. Por eso, descubrir y cultivar el talento, es descubrir y cultivar al ser humano. Antropocentrismo es responsabilidad: hacer con amor todo lo que hago.
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