El sitio es fresco, iluminado, amplio y el ambiente que se siente es de satisfacción, porque como dice Wilson Arenas, contratista y maestro de obra, participan de algo que cambiará el futuro de sus jóvenes.
Afuera, un bosque de guadua y un sembrado de bambú, que hace parte de un sistema ecológico de tratamiento de agua, enmarcan una edificación que se impone y que albergará en sus salones a los bachilleres del Suroeste.
Un equipo de unas 38 personas le da los toques finales al Tecnológico Julio C. Hernández, que la comunidad de La Pintada, sitio en el que se encuentra localizado, espera con gran expectativa, al igual que los habitantes de otros municipios cercanos.
Hace un año, la Fundación Julio C. Hernández, inició las adecuaciones de una bodega en la que funcionaba la empresa Frutos del Trópico.
El presidente de la Fundación, a su vez presidente del diario LA REPÚBLICA, Jorge Hernández Restrepo, afirma que se trata de brindarles oportunidades cerca de su tierra y llevarles educación en las áreas en las que lo necesitan.
"Que en este momento la gente se pueda educar y así enseñarles que ellos pueden vivir y colaborar en donde nacieron y no cambiarse para ciudades más grandes", expresa.
Una vez se pasa la entrada principal, se ven los espacios destinados para 11 aulas, un auditorio, la parte administrativa, el servicio médico y el laboratorio. En el techo, unos ventiladores eólicos ayudan a dar frescura.
Arriba estará la sala de profesores, más aulas y la biblioteca. "La obra es formidable, muy importante para la región, porque si algo necesitan los muchachos de aquí es eso, formarse, sin tener que viajar a Medellín", afirma Wilson Arenas.
Arenas tiene dos hijos y espera que ellos disfruten del lugar que él está contribuyendo a levantar. "Se puede decir que les hago su U. y eso es un orgullo", agrega.
Pablo Cano Pulgarín, alcalde de La Pintada, dice que este sitio llevará progreso al Suroeste y les permitirá a los escolares tener más certezas académicas, porque muchos hoy no pueden acceder a los programas, debido a que costear transporte, estadía y alimentación en otras localidades es difícil. "Es tener la formación que queremos".
¡Que llegue ya!
Hasta en bicicleta podrán ir algunos al Tecnológico Julio C. Hernández, dicen los estudiantes de once de la Institución Rafael Uribe Uribe. La economía, afirman, será en dinero y en kilómetros.
Los alumnos Santiago Tamayo Sarmiento y Natalia Lugo Castañeda creen que es excelente tener un establecimiento de este tipo en el municipio, además, "jóvenes de otros pueblos cercanos pueden llegar fácil, porque La Pintada es muy central. Lo que queremos es seguir estudiando y, sobre todo, salir adelante".
La rectora, Marta Ligia Díez Maya, manifiesta que hoy solo unos 3 ó 4 pueden irse a la capital antioqueña a seguir estudios universitarios y que para muchos la opción es quedarse en la localidad y emplearse como mototaxistas o recolectores y vendedores de frutas. "Este es un sueño que llegará a feliz término para que puedan prepararse aquí mismo".
Para Jorge Hernández, La Pintada es un sitio estratégico. "Es de los municipios jóvenes de Antioquia, pero es la salida al sur que tiene el departamento. Necesita mucho apoyo para progresar".
El Tecnológico de Antioquia será el operador académico de los programas. El rector, Lorenzo Portocarrero Sierra, informa que entre los programas que se pretende ofertar están las tecnologías en Agroambiental, Producción Agrícola (profundización en Citricultura), Sistemas de Información, Gestión Comercial (profundización en Hotelería y Turismo) y Manejo del Agua.
El gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos Botero, anunció que el Departamento asumirá la matrícula, inicialmente, de 200 alumnos, lo que aumentó la motivación en muchos jóvenes.
"Por varias razones es una gran opción, en especial, para los que no tenemos los recursos. Soy la mayor y quiero darles ejemplo a mis hermanos, superarme para luego ayudarles a ellos", comenta Deisy Daniela Tangarife, alumna de la Institución Educativa La Pintada.
Al Tecnológico Julio C. Hernández lo espera con ansia Jerson David Ramírez, que combina su trabajo en la obra con los estudios nocturnos y está próximo a graduarse. "Me gustaría estudiar aquí porque las expectativas mías siempre han sido seguir estudiando y lograr muchas cosas", cuenta.
También lo anhela Socorro Vera que está pendiente de cada detalle para su hijo que salió como bachiller en 2009. "Cuando terminó, los planes eran unos, pero no pude ponerlo a estudiar. Por eso, esperamos esta opción".
Las clases comenzarán el segundo semestre de este año y el costo semestral será de 500 mil pesos. Helda Escalante, que atiende su granero, no ha visto la infraestructura, pero le dijeron que era muy bonita y cómoda. "¡Cuándo será que empieza! No vemos la hora", expresa.
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