El olvido del país rural ha sido nuestra maldición histórica. La razón es que esta otra Colombia es invisible para las élites distantes que se entretienen en su mundo desde el gobierno central. Desgraciadamente solo las tragedias nos ponen frente a los ojos y hacen visibles otras realidades aún mas importantes que la nuestra y, por instantes, somos conscientes de este otro país.
Tres millones de damnificados como causa de la ola invernal de 2010 y 2011 nos abrieron una ventana hacia un país desconocido para muchos. Quienes tuvieron la oportunidad de recorrer los territorios afectados no lo olvidarán, pero para la gran mayoría, que quedó estupefacta solo mirando y escuchando las imágenes y noticias desde la distancia, este ya es un recuerdo lejano.
Ahora de forma sorpresiva dos proyectos premiados en la reciente Bienal Nacional de Arquitectura hacen visibles nuevamente el relato de estas dos Colombias. La Bienal nos puso a mirar la Colombia rural y las comunidades que fueron trágicamente afectadas por la ola invernal mostrándonos dos realidades que nos cuentan esta historia de otra forma. Ganaron la Bienal Nacional el nuevo Parque Educativo de Vigía del Fuerte, a orillas del río Atrato, y el nuevo Barrio Miraflores en la población de Bolombolo, situada a orillas del río Cauca. Ambos programas son una bella respuesta a penurias eternas en estas poblaciones y comunidades afectadas por la ola invernal y por el olvido. Pero nos enseñan este mismo entorno, no con una mirada distante motivada por la tragedia, sino a través de la alegría que se toca hoy en la piel de los niños, jóvenes y familias que viven allí.
En estos dos proyectos están las claves que nos permitirían tener un mejor país en el futuro. Ambos son el resultado de alianzas estratégicas y de trabajo en equipo entre el Gobierno, en este caso el departamental, con organizaciones y actores privados que tienen como meta dibujar un camino que busca integrar en un proceso de desarrollo armónico nuestras diferentes realidades. Ambos parten de la convicción obvia de que la calidad y la belleza producen dignidad y autoestima, valores esenciales para todas las personas sin que importe quiénes son, ni si viven en el lugar más lejano y humilde. También son dos proyectos respetuosos que se originan a partir de una actitud sensata de entender la tradición y el clima del lugar y construyen un sueño común en un proceso de colaboración con la personas de Bolombolo y Vigía. Ambos son una pequeña pero poderosa semilla de enseñanza.
Nunca se imaginaron las 238 familias dueñas del nuevo barrio Miraflores en Bolombolo ni tampoco los niños y jóvenes que invaden hoy los espacios sombreados del Parque Educativo de Vigía del Fuerte, que iban a ser el centro de las miradas del país, que los íbamos a descubrir no por un hecho trágico, sino a través de una ventana de esperanza. En estas dos realidades sencillas están las claves para lograr construir una noción del país más completa y real, para que tengamos un país mas transparente.
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