Con la nostalgia de haber estado en el sector por más de cinco años y la incertidumbre de arrancar su negocio en otro lugar -la carrera 81 con la calle 50-, Luis Arango y su esposa Gloria Ríos terminan de empacar los corotos para emigrar y que el Plan de Renovación Naranjal avance sin que ellos sean obstáculo.
Su negocio, Ferretería El Zarco, linda con Empaques y Empaques, ya desocupado y donde arrancó la demolición. Se oye el martilleo. "Me voy, pero me veo afectado, porque allá es arrancar de cero", dice Luis y recalca: "Si el local fuera mío no vendo, pero yo sólo pagaba arriendo". Dice que no lo satisfacen los $13,5 millones que le dieron de compensación.
Leonardo Betancur, del taller y parqueadero Arrabal, un lote de 4.500 m2 al lado de Corantioquia, está listo para irse, pero cuando le resuelvan para dónde. Atiende vehículos pesados y su destino podría ser el Caracol, predio ubicado en la glorieta de la Terminal Norte, pero aún no está definido.
"Llevamos 48 años acá, en el negocio laboran 100 personas y queremos una reubicación que nos respete el mismo espacio, así nos lo prometieron", subraya Leonardo.
Albeiro Mazo, de Baterías El Paisa (16 años en la zona), no está contento con la compensación. Se pregunta: "¿quién me responde por la clientela, un negocio ya posicionado?".
Livianos y pesados
Nancy Maya, presidenta de Cornaranjal, recalca que en el Caracol podrían quedar los negocios que manejan vehículos pesados (unos 200 y un área de 21.000 m2), pero que los livianos deberían quedarse en Naranjal, pues la mezcla de ambos no se ve viable en el Caracol por el tamaño del lote.
"Eso se había dicho en las concertaciones entre 2008 y 2010, se habló de construir acá un centro automotor para ellos", recuerda. Pero el cambio de Administración en la Alcaldía trajo incertidumbres.
Las madres cabezas de hogar del sector -unas 125-, entre arrendatarias y propietarias, también esperan quedarse en el lugar en viviendas de interés prioritario. Y se busca definir la suerte de personas que llevan años en la zona y no quedaron censadas, como Roberto Pérez, Guillermo Vásquez y hasta Paula Valencia, una vendedora ambulante y madre cabeza de hogar que vive de lo que vende por allí.
Pero son temas sin definir, apenas se ha negociado con los propietarios y moradores de la etapa 2, la primera en construirse y de la que ya se ven y oyen los golpes de almádana tumbando muros.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
