Desabrimiento, insipidez, falta de sabor y gusto. Así define la Real Academia de la Lengua la palabra desazón, la sensación que dejó en la despedida del primer semestre el Atlético Nacional.
El empate 1-1 de los verdolagas frente al Pereira, este domingo en el estadio Atanasio Girardot, y que contó con la presencia de 5.613 aficionados, resultó fiel reflejo de la campaña del equipo antioqueño. Y como justo castigo, la penúltima casilla en la tabla de posiciones en la ronda eliminatoria de la Copa Mustang.
Y es que con el fútbol que hoy en día practica Nacional, no merecía más. La falta de claridad en la generación de fútbol, las ventajas defensivas y la pobreza en ataque se evidenciaron una vez más con la mayoría de hombres que tuvieron continuidad y que, a pesar del cambio de técnico, jamás alzaron su nivel.
Nacional terminó supeditado este domingo a los remates de media distancia de Jairo Palomino, quien salió lesionado y fue el menos discreto de los jugadores del cuadro verde. Las sociedades y el juego de conjunto que tanto se esperaban jamás llegaron ante un adversario que resultó más pobre aún que el local, pues a pesar de que tenía que ganar lució débil y discreto.
El Pereira empezó ganando a los ocho minutos con Mario Giménez, pero a los 12 permitió la paridad de Sergio Galván y nunca pudo imponer su dominio. Inclusive, el arquero Alexis Márquez salvó su valla en remates de Amaya, Palomino y Galván. Cabizbajos, los jugadores verdes cerraron la temporada. Todos se fueron con incertidumbre por la llegada de Ramón Cabrero. Y la afición, con el anhelo de un cambio radical.
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