En esa carpa gigante, una vez se traspasan las telas de colores y los tubos alargados que se esquivan o se golpean en un juego de los sentidos, se encuentran niños y adultos que se imaginan en espesas selvas o escalando los muros de un castillo.
En la carpa de la Feria de Buen Comienzo, que ocupa buena parte de Carabobo Norte, hay que ser niño, no importa si se lleva una sudadera de la tercera edad, si se es una mamá de tres hijos o un ejecutivo que mira su celular.
En ese espacio con 10 salas interactivas, unos 380 hombres y mujeres, comprometidos con la infancia, se mueven rápido para entretener y enseñar a su público.
Cerca de una fogata se encuentra Yury Alcaraz, que trabaja con el programa Buen Comienzo desde hace dos años. Esta licenciada en Educación Básica les enseña a los niños del Hogar La Pandilla Feliz a disfrutar y a cuidar la naturaleza.
Bailan al son de las palmas para llamar la lluvia. Yury dice que esto es lo mejor que le ha pasado y cree en que la mejor forma de aprender es jugando. "Es muy satisfactorio. Trabajar con ellos te llena el corazón".
La "jefe" de la Pandilla Feliz es Dailly Elena Moreno, una mamá comunitaria que también está convencida de que en los niños está la clave para transformar la ciudad.
Lleva año y medio en esta labor en San Javier El Salado y tiene 13 pequeños a su cargo. Sus tres hijos la sensibilizaron y la llevaron a aceptar este reto, en el que encontró su vocación. "Es nuestra oportunidad de abrirles nuevos caminos, de alejarlos de la violencia, de alimentarlos bien y de darles amor".
Es una vocación
Con una peluca loca, Jesús Riaza, especializado en teatro, toca el tambor para un público que espera que se convierta en lobo y los persiga. Quiere ver niños más felices, por eso trabaja con ellos desde la música.
En frente de su sala, una telaraña atrapa a varios que no quieren liberarse sino más bien enredarse para extender las risas. Ese y otros espacios de la Feria comenzaron a estructurarse hace meses en las mentes de los gestores de Buen Comienzo.
Sor María Londoño, gestora de formación, se vinculó con este programa, liderado por la Alcaldía, con la idea de que llegara a ser una propuesta de ciudad a la que se vincularan entidades y personas en una sinergia para procurar el desarrollo integral de los niños.
Ella vibra con este tema, con hacer de la primera infancia una etapa llena de amor y de bienestar, porque ahí está "la clave de la vida de todo ser humano. Que los niños tengan voz y una participación desde la gestación".
De esos niños que son espontáneos y que enseñan a perdonar, debemos aprender, opina, su capacidad de asombro y de crear una Medellín más alegre. Y la apoya Luis Guillermo Arboleda, otro de los gestores, que agrega que no hay más que verlos para descubrir que aún se puede soñar.
Con Buen Comienzo trabajan alrededor de 28 mil personas, de unas 80 entidades. En la Feria, el equipo de 380 profesionales seguirá creando la magia hasta el domingo. Lo que es seguro es que todos se ensuciarán, algo que le encanta a Dailly Elena. "Niño que permanece limpio no juega y no es feliz".
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4