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Una guerra que viaja por dentro

EL HOMBRE SE pone de frente, con todos sus contrastes, y sus conflictos. Gritos, risas, bailes, silencios. La obra de Pippo Delbono te deja sin palabras.

  • Una guerra que viaja por dentro | Cortesía | Guerra es la obra del italiano Pippo Delbono, que se presentó en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. El director es reconocido en Europa por su veracidad y su no convencionalidad en sus trabajos. Es fuerte, arriesgado y muy sensible.
    Una guerra que viaja por dentro | Cortesía | Guerra es la obra del italiano Pippo Delbono, que se presentó en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. El director es reconocido en Europa por su veracidad y su no convencionalidad en sus trabajos. Es fuerte, arriesgado y muy sensible.
22 de marzo de 2010
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Desde las sillas donde está el público, el señor alto y de pelo crespo camina hasta el escenario. Se pone en el centro, mira de frente, revisa que todo esté bien en el teatro y con el público.

Explica que está vestido, con un poco de ironía, con un traje finísimo que le regaló uno de sus amigos, que estrena vestido y no lo vuelve a usar, y cuando uno menos piensa, sin saber la diferencia entre si está actuando o es real, empieza a leer. "Cuando yo fui a Saragevo..." alguien le habló de la guerra y él, sin vivirla en su país, también ha visto la enfermedad, la tristeza y "yo también tuve miedo, como tú". No es tan corto, en realidad.

Entra una señora con muchas flores y se queda en la mitad del escenario, que tiene al lado un montón de objetos, pero que en sí, está vacío y negro. Él se pone a bailar, moviendo las manos, jugando un poco. Sí, sin darse cuenta, la obra ha empezado.

El señor alto y de pelo crespo es Pippo Delbono. Es el director de la obra. "Yo hago las dos cosas, soy director de la creación, pero cuando estoy sobre la escena lo olvido. Tengo que ser actor, porque son distintas", explica en español, con acento italiano, a veces en voz más alta, a veces más baja.

La obra se llama Guerra. Bien, y también lo explica en sus lecturas, podría haberse llamado Ítaca. "Ulises la está buscando todo el tiempo. Después di con algo muy interesante: no es importante si la encuentras, sino todo lo que pasa en tu viaje. Así que me pareció justo la idea del viaje del ser humano".

Y si bien cuando uno lee la palabra guerra se imagina un escenario lleno de balas, de muertos, de sangre, la guerra de Pippo es mucho más que eso, o mucho menos. En sus palabras, guerra es una palabra profunda, que significa conflicto, el cual está en muchas cosas: conflicto cultural, de hombres, de mujeres, de ricos, de pobres. "Hay personas que tienen una historia distinta, hay cuerpos distintos, caras distintas, hay conflicto contigo mismo". Así que la obra es todo un viaje por esas guerras.

De tristezas y algo más
La puesta en escena es de contrastes. A veces hay que reír, pero también es difícil no lagrimear. Es dramático, pero también furioso, emotivo y vital a la vez. Por el frente pasan la alegría, la enfermedad, el sufrimiento. Y aparecen la poesía, los gritos, la danza, la actuación.

También los actores. A Pippo le interesa mucho la autobiografía de las personas, incluso la propia. La humanidad, la historia de vida, es importante, pero no a secas. Se debe tener "la gran capacidad de transformar su historia de vida en arte". En Guerra , varios de los actores tienen historias que ya son dramáticas de por sí. Bobó, el personaje principal, es sordo y "tiene una fantasía. Pasó años en un manicomio por la ignorancia de los médicos, pero tiene sobre todo la conciencia del actor".

Y la obra cada vez produce más emociones, cosas increíbles, mensajes, guerras internas, la locura que aparece, el amor que se pasa por un lado, los temores de frente, las balas mismas, y la poesía pura: Hay palabras ideadas por Delbono, pero también textos de autores..

En la escena hay movimiento y de pronto un ¡stop! "Hay mucha rabia, hay violencia, pero en realidad todo pasa a través de la poesía. En ella hay dureza y belleza, siempre en contradicción. La poesía es un acto de guerra también", señala el director.

La música es fundamental, así como la mirada directa a los ojos. Tal vez porque a Pippo le interesa que el teatro sea un lugar de verdad. Al principio todo pareciera improvisado, tan cercano, "es casi un jueguito, pero al final todo se entiende". No obstante, cada detalle está pensado. "Hay un montaje terriblemente preciso dentro de esa locura".

En realidad es una locura que te hace quedar en mmmmmm ¿?¿? Pippo Delbono es un niño que juega en el escenario junto a los otros actores. Bien, en ese entonces él es también otro actor más, en el que es fundamental, hace hincapié el italiano, la inocencia, más un poco de fragilidad. "Para mí es muy importante buscar esa dimensión infantil y juvenil".

Comienza el viaje. Del oscuro a luz del hombre mismo, su monstruosidad y su no monstruosidad. Las historias que danzan. El cuerpo que juega, que es fundamental. Y cuando todo está calmado, te sorprende y es un caos, un desorden, golpes, miedos, gritos, cosas que se lanzan de allí hasta allá. El escenario perfectamente limpio y puesto. El escenario perfectamente destrozado. Un stop durísimo. Más palabras, más música, más risas casi diabólicas, más llanto.

Ellos que pasan. El silencio que pasa. Y queda la mirada de Bobó, bellísimamente infantil.

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