El debate que inició el Concejo de Medellín en torno a la fusión de UNE EPM Telecomunicaciones y la compañía sueca Millicom, además de exigir conocimiento y responsabilidad, será intenso y pondrá a prueba la capacidad de los ediles para tomar decisiones acordes con el bien común.
La defensa de lo público, en este caso, tiene que procurar la preservación de un patrimonio regional, como lo es UNE, determinando la mejor alternativa para garantizar el éxito de la empresa.
En cuanto al necesario control político, en el Proyecto de Acuerdo 106 sometido al Concejo éste queda asegurado. Con la fusión, la empresa conserva su naturaleza de entidad descentralizada, sujeta además a la vigilancia fiscal y disciplinaria por parte de los entes de control. Así como se preservan también los derechos laborales de sus empleados.
Un mercado tan competitivo como el de las telecomunicaciones requiere actores fuertes en tecnología, con experiencia, músculo financiero y capacidad operativa. Lo sucedido en Colombia con Claro y Movistar demuestra que las fusiones son necesarias para garantizar la supervivencia.
Condenar a UNE a seguir sola, por el prurito de considerar demoniaco al capital privado, es empujarla al abismo.
Insistimos, con base en datos que proporciona el estudio y la proyección del mercado nacional de las telecomunicaciones, que UNE requiere de un socio estratégico que potencie su crecimiento en movilidad, con acceso a nuevas zonas geográficas, y en servicios de valor agregado (voz, datos, videos, televisión), y que le permita además desplegar todo el potencial de la tecnología 4G LTE.
No actuar en consecuencia con las exigencias de ese mercado puede significar una pérdida irrecuperable para el patrimonio de los antioqueños. Y los más felices con esta frustración serían, sin duda, sus competidores, que ya dominan de manera amplia el mercado de la telefonía móvil en Colombia.
Malas decisiones gerenciales y prospectivas erróneas de negocios en pasadas administraciones, desde la escisión de la empresa de telecomunicaciones de EPM, en 1994, ponen un manto de duda sobre cualquier alternativa de solución que ahora se proponga para salvar a la empresa. Pero creemos que su transformación societaria será el punto de inflexión para propiciar un futuro mejor para la empresa. Y la ciudadanía deberá estar muy atenta a la eficiencia en el cumplimiento del objeto social de la nueva compañía.
Por demás, la denuncia ante la Fiscalía General por la compra del 50 por ciento de Orbitel y las investigaciones que hacen trámite en la Personería y la Contraloría de Medellín, no se suspenden con esta fusión.
Un aumento en las pérdidas de UNE, decisiones que impliquen un detrimento patrimonial o inversiones de capital público a riesgo, representan un alto costo para la ciudad, pues pueden afectar las transferencias de EPM al Municipio. Según proyecciones oficiales, tal como está UNE hoy, sólo alcanzará el punto de equilibrio en 2016, con una participación del 3 por ciento del mercado y luego de inversiones por un billón de pesos.
La propuesta de fusión tiene fundados argumentos que es preciso examinar, desde todos los ángulos, y creemos que el Concejo asumirá su tarea con seriedad. No en vano tiene programado el más ambicioso y excepcional cronograma de debates y foros para que tales razones sean estudiadas con todo rigor, con el fin de tomar la decisión correcta para los intereses de la empresa y el beneficio de la región.
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