El poderoso club de naciones del Grupo de los 8 y el Fondo Monetario Internacional (FMI) dieron ayer dos partes de optimismo sobre la recuperación de la maltrecha economía global.
"Desde aquí queremos mandar un mensaje de confianza: la crisis, en su parte más dura, queda ya a nuestras espaldas". Así lo afirmó el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, al hablar como anfitrión de la cumbre del G8 que se realiza en L'Aquila, Italia.
Según lo destacan las agencias internacionales, Berlusconi sustentó esa afirmación en el repaso que se hizo de la situación económica de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
El presidente de turno del G8 sostuvo que "hemos constatado que en todos lados hay señales de mejora". En consecuencia, los mandatarios de estas naciones líderes decidieron mantener el apoyo al sistema bancario, "de cualquier modo", al igual que al sistema manufacturero y a quienes hayan perdido sus puestos de trabajo.
No obstante, en un comunicado el G8 advirtió que "se mantienen riesgos significativos para la estabilidad económica y financiera", y que las estrategias de salida de los paquetes de estímulo sólo deberían aplicarse cuando la recuperación esté asegurada.
El positivismo que hay en las frases de Berlusconi tampoco significa que el G8 esté minimizando la magnitud del desacelere global.
De hecho, la canciller alemana, Ángela Merkel, declaró a la prensa que todos los miembros del grupo "mantuvieron el criterio de que la crisis está muy lejos de terminar. Con suerte hemos tocado el fondo".
Por su parte, el economista Jefe del FMI, Oliver Blanchard, dijo en Washington que "hemos pasado lo peor y la recuperación está llegando", aunque el retorno a un crecimiento positivo será "frágil". Aún hay una cierta dosis de sufrimiento a la vista. El mismo FMI hace notar que la severa desaceleración económica provocará este año la pérdida de un 1,4 por ciento del Producto Interno Bruto del planeta.
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