Hace pocos días conducía por la calle Colombia y me desvié por la carrera 70, con dirección a la Universidad Pontificia Bolivariana. Lo primero que pude observar fue la reconstrucción que le están haciendo al coliseo mayor Iván de Bedout, pero pocos metros más adelante, me encontré con un terreno baldío, cercado con una lona verde, era el coliseo de voleibol Yesid Santos.
El mismo lugar que por años me vio crecer como deportista y como persona. Fueron más de 14 años en los que la liga se convirtió en mi segundo hogar e, incluso, en ocasiones mi familia. Allí pasaba horas, mañanas, tardes, noches; todos los días de lunes a domingos.
El Yesid Santos dejó de ser lo que era para darle paso a una nueva y moderna construcción que le dará más estatus, no sólo a los Juegos Sudamericanos del 2010, sino al voleibol paisa con todos sus deportistas, aficionados y familiares que disfrutan de este deporte.
Ese día me topé de sorpresa con la realidad. Fue inevitable revivir parte de mi vida en el coliseo. Recordé los permanentes silbatos de los árbitros; la imagen amable de doña Miriam, la secretaria de la Liga, que por cierto ha sido la persona que más ha perdurado a lo largo de la historia mía en el voleibol; los entrenamientos con el cubano Raúl Vílchez y luego con el técnico Byron López. Cómo olvidar el saludo infaltable de "Mauro", un vendedor ambulante (ni tan ambulante porque permanecía en la Liga) que siempre me recibía con un apretón de manos y con la noticia o el chisme de última hora.
Pero lo que no pude dejar pasar por alto en ese instante de reflexión fue el sufrido y reñido 3-2 que nos dio la victoria (a Antioquia) en el Nacional mayores masculino en mayo de 2003, cuando luego de ir perdiendo 2-0 con el Valle, remontamos el marcador gracias a la ya famosa frase "sí se puede, sí se puede", que cantó y gritó un Yesid Santos repleto de gente amiga del deporte paisa. Fue la primera y única vez que vi el coliseo a reventar.
Hay muchas historias que contar, muchas más que recordar y hasta de rabia (como mi repentina salida de este deporte debido a un ambiente turbio y oscuro, generado por unas cuántas personas); pero lo que es un hecho y que no tiene vuelta atrás, es que la Liga Antioqueña de Voleibol desapareció para regresar en cuestión de más o menos de un año, con una imagen fresca y renovada (sin las enormes telarañas que se adueñaron por años del techo).
Ojalá en 2010 podamos apreciar un coliseo que además de moderno, lo visite gente nueva, tanto en las canchas como en las gradas. Allá estaré haciéndole fuerza al equipo de Colombia que nos representará en el Suramericano y pues también haciendo parte (así sea desde afuera) de una nueva era del voleibol antioqueño.
*Voleibolista
Pico y Placa Medellín
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