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La historia de las “Parceras” de Medellín: mujeres en prostitución y explotación sexual buscan una nueva oportunidad

Se trata de una modalidad del programa Parceros, que nació en 2018 para quitarle las jóvenes a las bandas criminales. Este semestre beneficia a 300 mujeres.

  • Parceras es la modalidad del programa Parceros enfocada en brindar acompañamiento psicosocial y oportunidades de estudio, trabajo y emprendimiento a mujeres en prostitución o explotación sexual. FOTO Camilo Suárez
    Parceras es la modalidad del programa Parceros enfocada en brindar acompañamiento psicosocial y oportunidades de estudio, trabajo y emprendimiento a mujeres en prostitución o explotación sexual. FOTO Camilo Suárez
hace 3 horas
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Dicen que a veces solo se necesita una oportunidad; también, que es solo cuestión de aprovecharla. Algunas parecen caídas del cielo, no se buscan, llegan simplemente. Eso le pasó a Tamara hace un tiempo cuando estaba parada en una calle de la ciudad y unas funcionarias de la alcaldía se le acercaron y le entregaron un kit. Lo abrió, lo ojeó rápido, vio una peinilla, la sacó, se peinó, lo cerró de nuevo. Tamara tiene 25 años, es una mujer trans y ejerce la prostitución. No le gusta, más bien odia hacerlo, pero dice que no vio otro camino cuando se quedó sin opciones de trabajo, pese a que terminó dos técnicas.

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Lo que sí vio, tiempo después, olvidado en el armario, fue el paquete que aquella noche le entregaron. Volvió a abrirlo y encontró también un espejo y una hojita doblada. La abrió y vio escrita la palabra “Parceras” junto a un número de teléfono. No lo sabía aún, pero era la oportunidad que buscaba. Llamó.

Parceras es una iniciativa que nació en 2024 luego de que en la ciudad se pusiera el reflector en el delito de la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes. Entre las acciones que se empezaron a implementar en zonas donde este convergía con otras situaciones como el ejercicio de la prostitución en personas mayores de edad —algunas también víctimas de explotación—, los funcionarios de la alcaldía conversaron con mujeres del Parque Lleras sobre opciones que podrían aportarles a tener calidad de vida.

Ya la ciudad contaba con el programa Parceros, que nació en 2018 y se convirtió en acuerdo municipal en 2019, con el fin de quitarles a los grupos organizados delincuenciales de las comunas la posibilidad de atrapar en sus redes a menores de edad y jóvenes con alta vulnerabilidad de entrar a las bandas por la falta de oportunidades y acompañamiento. Parceros se creó ante la realidad de que en Medellín operan alrededor de 350 grupos delictivos —el 43% de todos los que existen en Colombia—, que en este momento tienen a unos 1.000 jóvenes entre los 14 y los 28 años que han reclutado.

Lo primordial son oportunidades

Pero en medio de esas conversaciones en el Lleras con las mujeres en ejercicio de prostitución, se dieron cuenta de que debían crear una modalidad para atenderlas a ellas dentro del programa. Porque, como explica la directora de Parceros, Paulina Patiño, son cuatro estructuras criminales allí detrás del mercado de cuerpos, lo que incrementa los riesgos para esas mujeres de caer en delitos como la explotación sexual o la trata de personas, que se suman a peligros inherentes a los contextos de prostitución, como la violencia a la que están expuestas.

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Angie tiene 26 años y sabe bien lo que son esos peligros. Entró al mundo de la prostitución por necesidad económica, dice, aunque influyó además que conoció la calle siendo muy niña, cuando una compañera del colegio la incitó a capar clase para irse a vender dulces. Era adolescente cuando comenzó a ser explotada y después se quedó ejerciendo la prostitución. Como a Tamara, tampoco le gusta. Y también llegó a Parceras por casualidad, por la invitación de una amiga: “Siempre he buscado una oportunidad para salir de esto, que no es que me sienta muy orgullosa de hacerlo, y aquí la encontré”.

Parceras atiende este primer semestre del año a 300 mujeres, principalmente hasta los 30 años en promedio, aunque en algunos casos han recibido menores de edad víctimas de explotación sexual comercial o mujeres hasta los 35 años que solicitan el ingreso. La convocatoria se hace más que todo en recorridos por las comunas 14, El Poblado, y 10, La Candelaria, donde las invitan a participar. Alrededor de un 70% de las mujeres del programa han ejercido o ejercen la prostitución en el Lleras, mientras que el otro 30%, en zonas del Centro, como Plaza Botero o La Veracruz.

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En todas las modalidades del programa se brinda acompañamiento personalizado de psicólogo, incluso disponible las 24 horas del día para orientar en cualquier situación. “Eso es muy importante porque estos jóvenes entran a un proceso donde deciden hacer algo diferente y necesitan la compañía de un psicólogo. Aquí empezamos por algo que suena muy romántico, pero es darles amor porque estos han crecido con miedo y para ellos es muy raro que les den amor, que confíen en ellos”, dice Patiño, pues se trata de jóvenes talentosas, que sueñan, pero que no pudieron estudiar, que tuvieron que trabajar desde muy niñas, que fueron víctimas de violencia intrafamiliar o que no contaron con apoyo ni una crianza amorosa en la familia.

Eso le pasó a Laura, una mujer trans de 23 años que recuerda que tuvo que aprender a ser adulta desde que era muy niña. No terminó el colegio porque trabajaba, sufrió la discriminación y la soledad, conoció la calle muy pronto y aunque se alejó de la prostitución cayó en otras situaciones que la llevaron a delinquir y a estar en la cárcel hasta hace poco. Hoy cuenta que llega a casa después de estar en alguna sesión de Parceras y se ríe cuando descubre que ese es un espacio en el que se siente segura, en el que ha descubierto la niña que no pudo ser. Sobre eso escribe en un diario, pero también sobre los sueños y el proyecto de vida que quiere, empezando por acabar el estudio.

Hace algunos días, Tamara, Laura, Angie y varias decenas de mujeres más terminaron la etapa inicial del acompañamiento de Parceras, un proceso que dura seis meses en los que además se hacen sesiones psicosociales grupales para conocer a otras personas en situaciones similares y se conoce la oferta a la cual pueden acceder: oportunidades reales de estudio, trabajo y emprendimiento, por medio de articulaciones que hace el programa con instituciones públicas y del sector privado.

Entre los logros que destaca Patiño en Parceras es que varias mujeres salieron de la prostitución, otras ya están trabajando o emprendiendo; también hay algunas que han mejorado las prácticas de crianza con sus hijos y unas más que están trabajando para dejar el consumo de sustancias psicoactivas, el gran enemigo de Parceros en todas sus modalidades.

Además de Parceras, en estos primeros seis meses el programa atiende en la modalidad Parceros a 950 niños, adolescentes y jóvenes de 10 a 28 años, instrumentalizados o en riesgo de estarlo por parte de estructuras criminales; en la modalidad Parceritos a 200 niños, niñas y adolescentes de 12 a 15 años que estudian en colegios públicos y que se les identificó riesgo alto de ser instrumentalizados por grupos delincuenciales; y en la categoría Parceros PPL, el grupo más reciente, espera atender a 100 hombres y mujeres privados de la libertad en la cárcel Pedregal en fase de preliberación, y a 250 jóvenes del sistema de responsabilidad penal para adolescentes del Carlos Lleras (antes la Pola). Asimismo, se espera que en todo el año se atiendan 2.000 jóvenes de 14 a 28 años en la modalidad Parceros Creadores, que están en situación vulnerable y no estudian ni trabajan.

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Todos pasan luego a la comunidad Parceros, donde siguen recibiendo oportunidades y acompañamiento para que sepan aprovechar de la mejor manera las capacidades instaladas que logran durante su paso por el programa. En eso tienen puesta la esperanza Tamara, Angie y Laura. Las tres quieren cambiar sus vidas: Tamara espera encontrar un trabajo formal; Angie, montar un emprendimiento de velas aromáticas y una barbería; y Laura terminar el estudio y buscar un empleo.

Pero también destacan que el programa las ha ayudado a quererse y valorarse más, a promover el autocuidado, a apoyarse entre ellas, al empoderamiento. Y todas afirman que vieron en Parceras una esperanza, un lugar seguro que muchas veces no vieron en el hogar, en el colegio o en la sociedad.

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