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Esta es “H”, la droga zombi que sacude a Ecuador y que metieron capos colombianos

El gramo solo cuesta un dólar. Tiene cal, cemento, éter, veneno para ratas y analgésico para caballos.

  • Las tres clínicas públicas para adicciones en Guayaquil no dan abasto para tratar a los consumidores. En instituciones privadas el tratamiento puede llegar a costar hasta 700 dólares mensuales. FOTO AFP
    Las tres clínicas públicas para adicciones en Guayaquil no dan abasto para tratar a los consumidores. En instituciones privadas el tratamiento puede llegar a costar hasta 700 dólares mensuales. FOTO AFP

Rina deambula semidesnuda y descalza junto a un basurero de la ciudad portuaria de Guayaquil. Se asemeja a un zombi, pero no por un performance que quiera hacer, sino por estar bajo el efecto de “H”, una peligrosa droga que por bajo costo está enviciando con fuerza a los más pobres de Ecuador.

La imagen fue registrada en video en vísperas de Año Nuevo y llegó a manos de funcionarios de salud municipales que acudieron a rescatarla.

“Cuando consumo, escucho voces”, le dijo a la AFP la joven de 24 años, quien no da su nombre real. Ahora está postrada en una clínica de la ciudad donde sigue un tratamiento de desintoxicación, el segundo en menos de un año.

Y no es para menos. Rina robó y se prostituyó para comprar “H”, un polvo blanco a base de heroína que se vende a un dólar cada gramo, mientras que el de cocaína oscila entre tres y cinco dólares. Eso, en plata blanca, indica que es más barata, pero mucho más tóxica.

“Hemos encontrado cal, cemento, éter, veneno para ratas y hasta ketamina, un analgésico usado en caballos”, explicó la siquiatra Julieta Sagñay, del Instituto de Neurociencias, cuando se le preguntó por los componentes del estupefaciente.

En Guayaquil, con casi tres millones de habitantes y convertida en centro logístico del narcotráfico, se decomisaron 162 kilogramos de esta droga sintética en 2022, según datos oficiales.

Sagñay recibe cada vez más consumidores de “H”, aquejados por un deterioro peor que cualquiera de sus otros pacientes. “Si alguien ha visto a los zombis de Filadelfia (en Estados Unidos), donde hay adictos caminando doblados por consumir fentanilo, eso ya lo tenemos en Guayaquil”, aseguró.

Tras seis meses de consumo, un “hachero” mueve las piernas de manera incesante, se rasca, no duerme ni come. Y la “mona”, o síndrome de abstinencia, es tan letal –señaló Sagñay– que no se soporta sin un tratamiento farmacológico de al menos ocho días.

El desborde de la salud

Guayaquil tiene tres clínicas públicas para adicciones que no dan abasto. Y la oferta privada supera la treintena, pero pueden costar hasta 700 dólares mensuales en un país cuyo sueldo mínimo es de 450.

Por eso, cuando la adicción los carcome, algunos “hacheros” se entregan desesperados a centros clandestinos de desintoxicación.

“Me pegaban, me metían en un balde de agua fría y comíamos cabezas de pollo todos los días”, dijo Hugo Mora, quien hace unos cuatro años estuvo en una clínica ilegal sucia, lúgubre y sin ventanas en la que pagaba 150 dólares mensuales por dejar de aspirar o fumar “H”. Pero no lo logró.

Ahora, este vendedor informal de 24 años lleva una semana internado en el Hospital Municipal Bicentenario de Guayaquil, luego de pasar por dos “clínicas nazis”, como llama a las clandestinas por sus métodos macabros: golpes, encierro y dietas de hambre.

Allí son frecuentes los incendios, provocados por los mismos pacientes en intentos por escapar. En 2019 fallecieron 18 personas, luego de que prendieran fuego a unos colchones en un clamor de auxilio.

Mora se siente más aliviado desde que está en el Bicentenario, según le contó a AFP desde su camilla en un salón amplio de paredes blancas y 14 camas, de las cuales once están ocupadas. Este hospital recibe hasta 150 pacientes diarios y el 90% es por consumo de “H”.

El cóctel de la “H” contiene menos de 3% de heroína, estimó Segundo Romero, psicólogo forense y policía retirado. “Como hay tan poca droga pura, el adicto necesita consumir más y compra más”, agregó.

De un gramo de heroína, el microtraficante obtiene 40 de “H”, una combinación sintética que provoca síntomas psicóticos y alucinaciones.

Según el centro de investigación Insight Crime, la droga bautizada como “H” se instaló en Guayaquil hacia 2011, de la mano de jíbaros colombianos que buscaban ampliar el mercado de la heroína. A algunos investigadores les recuerda el bazuco que se consume en algunas calles de Colombia y que generalmente se asocia a habitantes de calle. Pero del boom actual se lucran bandas locales que se disputan el negocio a sangre y fuego.

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