Si de ideología se trata, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) tiene dos claros adversarios dentro de las filas del terrorismo: Hezbolá, la organización islámica de origen libanés, que por ser chiita es declarada “hereje y apóstata”; y las brigadas chiitas con presencia en Irak y Libia, financiadas por Irán, y que han cometido atrocidades contra los sunitas.
No obstante, más que enemigos, el EI tiene competidores, o así clasifica Marcos Peckel, internacionalista de la Universidad Externado, a los grupos a los que estos yihadistas se oponen por territorio, por apoyo militar o por ser las cabezas del islamismo radical sunita en determinado lugar.
Aunque controla territorios pequeños, el Frente Al-Nusra ya despertó las alertas. Hasta hace unas semanas era filial de Al Qaeda en Siria y desde el 28 de julio se hizo a un lado y se autoproclamó como “la unión de las facciones dispares de la revolución siria para garantizar la defensa del Islam”.
Lo anterior, con el agravante de que permanecen tan potencialmente peligrosos y radicales como siempre, pero con más claridad sobre su objetivo de fomentar la unidad islamista para burlar a sus enemigos, “difiriendo notablemente del Estado Islámico, que ha actuado solo y en competencia directa con otros grupos, y que en cambio busca explícitamente la división”, destaca en su última publicación sobre el grupo Charles Lister, investigador del Instituto del Medio Oriente en Washington.
A Al-Nusra y el mismo Al Qaeda se suman los talibanes en Afganistán y Pakistán. “El Estado Islámico ya hizo su aparición como enemigo, peleando por territorio y contraponiéndose al origen étnico de los locales”, detalla Peckel, y añade que las acciones de la Coalición Internacional (una alianza de 30 países, liderada por EE. UU. para combatir al EI), serán insuficientes si a medida que recuperan territorio lo ceden, queriendo o no, a otros grupos.
“Mientras Estados Unidos le ayuda al gobierno de Irak para que ocupe los sitios que se han librado del grupo, en Siria no hay estrategia todavía hay que pensar cuáles fuerzas van a ocupar”, advierte el internacionalista, y agrega que decenas de milicias sunitas hacen presencia en el país, unas más importantes que otras, y a esos se suman los kurdos, que también podrían tener interés.
Así las cosas, continúa Hasan Turk, politólogo experto en Medio Oriente, la comunidad internacional se ha olvidado de otros grupos radicales que también aplican una dura ley islámica y que tienen la particularidad de permanecer mucho más en el tiempo que el EI.
“El Estado Islámico entra a los pueblos y comienza a atemorizar, a asesinar y a recibir odio por parte de la población, mientras los demás ingresan y van directo a sus enemigos, lo que les permite ganar confianza, recibir su apoyo y quedarse por más años haciendo presencia”, explica Turk.
A eso se añade que por la atención internacional que ha logrado el EI, el grupo podría volverse blanco de otros que decidan sumarse a su ataque para ganar vigencia y que terminen por debilitarlo. Por eso, alerta el politólogo, “en el momento menos esperando, en el lugar menos esperado y sin la misma vigilancia internacional de antes, Al Qaeda, por ejemplo, podría volver a realizar actos terroristas”.