El convenio logrado por la Unión Europea (UE) en la madrugada de este martes sobre un plan de reactivación de 750.000 millones de euros, por primera vez sobre la base de deuda común que comparten todos los países (ver infografía), es un giro calificado por los mandatarios como histórico, pero demasiado modesto en algunos aspectos, de acuerdo con analistas.
Todos consideran que hace apenas unos meses este compromiso parecía algo inimaginable: fue necesaria la llegada de la pandemia de covid-19 a Europa para que se redibujaran las líneas rojas.
Berlín se alineó con París y aceptó que los fondos se presten a gran escala en nombre de Europa, rompiendo así un tabú en un país que siempre se opuso a la idea de una deuda común.
“Esto abre la puerta a un mecanismo que permitirá mantener a Europa en la Historia”, señaló Anne-Laure Delatte, consejera en el centro de estudios Cepii.
Ante la recesión sin precedentes que amenaza al continente, los líderes de la UE han reaccionado con rapidez.
“El riesgo de no alcanzar un acuerdo era muy elevado. Hubiese enviado un mensaje muy negativo, tanto a nivel político como económico, de que la UE no es capaz de responder a un desafío común”, indicó Marta Pilati, del European Policy centre (EPC).
Para Enrico Letta, exjefe del gobierno italiano y presidente del Instituto Delors, “se trata de un paso importante, que demuestra que el derecho de veto no existe más, y que los métodos de la señora Thatcher son historia”.
Refrendación será difícil
Consultado por EL COLOMBIANO, Rafael Piñeros, investigador de Problemas Internacionales Contemporáneos de la Universidad Externado, coincidió en que si los 27 estados miembros lograron deponer las diferencias, fue para evitar que se siguiera enviando un mensaje de división en el bloque.
“Aquí el problema era de plata, de recursos, no era un problema de principios y el tratar de lograr un equilibrio adecuado entre aquello que se reparte en las pérdidas y aquello que se va a prestar, fue lo que terminó de convencer tanto a países del sur como del norte”, explicó.
Sin embargo, advirtió que hay que detenerse en la letra menuda, señalando que hay asuntos importantes por definir: “Si las condiciones para los créditos van a estar relacionadas con algunas reformas en algunos sectores específicos, como lo pedían los países del norte, o si va a haber más libertad para decidir dónde aplicar los recortes presupuestales, que era la propuesta de los países principalmente del sur”.
Además, está por delante un duro proceso: que tanto el Parlamento Europeo como los parlamentos de cada país den su visto bueno a lo acordado en Bruselas. Un camino que desde ya se avizora lleno de críticas por parte de sectores políticos.
Una de las primeras en alzar la voz en contra fue la excandadita presidencial francesa por la ultraderecha, Marine Le Pen, quien afirmó que al aceptar el pacto, el presidente Emmanuel Macron estaba “empeñando el futuro de todos los franceses”.
Pero, explica Piñeros, “la dinámica en la que se mueve el bloque hace que ninguna decisión esté exenta de contradictores. Seguro también surgirán críticas en España, donde el Partido Popular va a querer recortar el presupuesto de la salud, al que le Partido Socialista Obrero Español (en el gobierno) le ha metido una gran cantidad de recursos para enfrentar la crisis”.
Finalmente, concluye el experto, cada ida a Bruselas significa para un mandatario regresar a recibir críticas y en eso consiste la integración”.
206
mil personas han fallecido en Europa por el coronavirus: Universidad Johns Hopkins.
0,96
por ciento llegó a subir la bolsa de Fráncfort tras el anuncio del acuerdo.