El desgaste de la primera ministra británica Theresa May, cuyo acuerdo sobre las condiciones de salida de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) fue rechazado este martes por segunda vez en el Parlamento, se reflejaba incluso en su voz al dar su declaración antes de la votación afirmando: “Hoy es el día”.
La mandataria pareció vivir este martes lo mismo que en enero, cuando su pacto para la salida de la Unión Europea (UE) se hundió por primera vez. De nuevo, su optimismo inicial fue derrumbado por los 391 votos en contra de su propuesta, frente a los 242 a favor.
La particularidad de la derrota de ayer es que se da a solo 16 días de la fecha definitiva para el Brexit. Lo cual, en palabras de los propios negociadores europeos, hace más probable que Reino Unido y la comunidad económica rompan su relación de 45 años sin matiz alguno, generando consecuencias inciertas.
Entre ellas, como previó el Banco Central de Inglaterra, una caída del 8 % del producto Interno Bruto Británico en los próximos 5 años y un terreno de dudas para las empresas y personas con asuntos tanto en Reino Unido como en suelo europeo.
La decisión está, de nuevo, en manos del Parlamento, pues este miércoles May convocó una nueva votación para decidir si solicitan una prórroga a la fecha del 29 de marzo o se retiran sin acuerdo ese día.
Desconfianza, el enemigo
Reino Unido es presa de su suspicacia. Esa fue la principal razón de los votos negativos que recibió ayer la primera ministra por parte de miembros de su propio Partido Conservador, de la oposición del Partido Laborista y de los partidos minoritarios norirlandeses y escoceses.
El punto más débil del texto de 585 páginas rechazado nuevamente ayer, es el que se refiere a Irlanda del Norte. Este país, como miembro de Reino Unido, se retiraría de la UE en cuanto se ejecute el Brexit, lo que generaría una ruptura con la República de Irlanda, con el cual comparte frontera.
Para evitar esta separación, que contradeciría el acuerdo de paz entre las dos irlandas en 1998, la solución encontrada por May y la UE fue el llamado backstop, que mantendría a Irlanda del Norte dentro de las reglas arancelarias de Europa hasta encontrar una mejor solución.
Sin embargo, como explica Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, los críticos de May se empeñaron en mostrar esta opción como una imposición que la UE mantendría indefinidamente.
Los esfuerzos de estos dos meses por parte de May y de los negociadores europeos por hacerlos cambiar de idea no fueron suficientes. Ahora, como explica Ulf Thoene, profesor de comercio internacional de la Universidad de la Sabana, el riesgo para los británicos es que Europa, que ya les concedió dos oportunidades para ponerse de acuerdo, no les dé una tercera