Medio millón de rumanos lograron que en menos de una semana el Gobierno revocara un decreto que despenalizaba algunos delitos de corrupción, y ahora, con pancartas y arengas, exigen la dimisión de los socialdemócratas. Al mismo tiempo, en Argentina, cientos de mujeres dejaron sus senos al aire en pleno Obelisco de Buenos Aires para protestar, en lo que llamaron “tetazo”, contra los operativos policiales contra mujeres que dejan sus pechos al descubierto en playas locales.
En Estados Unidos, masivas protestas en las grandes capitales, en aeropuertos y en universidades, las más grandes desde Vietnam, dejan claro el rechazo de una porción de los americanos a las últimas decisiones del presidente Donald Trump. Entretanto, el próximo domingo, en México, 77 organizaciones civiles convocan a una gran marcha “en defensa de la dignidad, la unidad y la soberanía” frente a las afrentas del magnate hacia su país.
La indignación ebulle en las calles, y los analistas se dividen entre las razones y la efectividad de las voces para promover verdaderos cambios. Juan Ricardo Aparicio, antropólogo experto en estudios culturales, afirma que los últimos meses, desde la victoria del Brexit en Reino Unido hasta el presente, están dejando al mundo en una fase de incertidumbre sobre el funcionamiento económico, la noción de las fronteras y hasta la identidad.
“Las contradicciones propias del libre mercado generan un efecto paradójico y crearon una emergencia de los nacionalismos, que conlleva a la defensa del trabajo nacional, de la tradición, de muchas ideas, valores y afectos”, detalla el experto, para quien también ha influido el crecimiento de la insatisfacción de la clase media y de su búsqueda de más espacios de incidencia política efectivos.
Así las cosas, para Aparicio, mientras de un lado se fortalecen los movimientos de derecha, hay otros que no están dispuestos a que se pasen los derechos adquiridos, y entonces afloran numerosas protestas de feministas, ambientalistas y defensores de las libertades.
A los “indignados”, como los llama, la incertidumbre los golpea ahora como en pocos momentos de la historia. En eso concuerda Hernán Olano, director del programa de Historia y Humanidades de la Universidad de La Sabana, para quien los últimos meses, con escándalos de corrupción y de abuso del poder como el de Odebrecht, se incomodó aún más a la masa indignada.
“El problema es que la corrupción está globalizada, va resquebrajando el sistema, tanto en lo público como en lo privado, pero hay una lucha contracorriente que ha motivado la indignación general”, apunta Olano, no sin advertir que “desafortunadamente” la sociedad civil se moviliza, pero no siempre logra encausar sus peticiones a decisiones.