La ruptura del gobierno de Italia, la estrategia con la que el líder de la derecha Matteo Salvini pretendía trazar su camino al poder, dio un giro que incluso puede dejarlo fuera del gobierno y cambiar el mapa político de Europa.
Ayer martes, el primer ministro de italia, Giusseppe Conte, renunció ante el Congreso y dejó en manos del presidente del país, Sergio Mattarella, las consultas a los partidos políticos durante este miércoles y jueves, para averiguar si es posible establecer una nueva mayoría deberá convocar elecciones anticipadas.
Los acontecimientos no salieron de acuerdo al plan de Salvini, líder del partido Liga, quien el pasado 9 de agosto rompió su alianza con el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y pidió una moción de censura contra Conte, con el objetivo de convocar unas elecciones anticipadas que estaba convencido de ganar.
Según los cálculos de Salvini y las encuestas –el sondeo publicado el 10 de agosto por la firma GPF la daba al partido Liga un 38 % de intención de voto– la derecha obtendría la mayoría para gobernar sin alianzas. Con la renuncia de Conte. Sin embargo, Salvini abrió sin querer la puerta a una nueva alianza de gobierno en la que no estaría incluido.
¿Fin de la era Salvini?
Quince meses de gobierno en conjunto entre M5E y Liga convirtieron a Salvini, quien en el papel fungía solo como ministro del interior, en una especie de gobernante de facto en Italia.
El líder de Liga fue el artífice de la Ley antimigración aprobada en 2018 en nombre de la cual se cerraron centros de refugiados como el de Castelnuovo di Porto en febrero de este año.
Salvini también logró, en agosto de este año, la aprobación de un decreto que impone multas hasta de 50.000 euros para las embarcaciones humanitarias que atraquen en las costas italianas sin permiso de las autoridades. Fue su respuesta al desafío de algunas ONG dedicadas al rescate de los refugiados en el Mediterráneo (ver Informe)
Conte, entretanto, fungía como una figura secundaria. Solo 15 meses después, afirma Graziano Palamara, experto italiano en relaciones internacionales y profesor de la Universidad del Rosario, el primer ministro reaccionó.
Su mayor acto de poder en poco más de un año como jefe de gobierno fue, curiosamente, renunciar a su cargo este martes. “Se despertó un poco tarde”, agrega Palamara, pero, según Dimitri Endrizzi, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Católica, “a tiempo para buscar una alianza con el Partido Democrático que forme un gobierno menos radical y populista”.
La coalición que nunca fue
La imagen de ayer en el Congreso no reflejaba la realidad: aunque Conte y Salvini aparecían uno al lado del otro, el primero de pie y el segundo sentado a su diestra, no podían estar más distantes.
Tras anunciar su renuncia, el saliente jefe de gobierno criticó a su ministro del interior: “Asumo la responsabilidad ante el país, dado que a Salvini le falta ese coraje y ha demostrado su deslealtad”, dijo.
En un punto, cuestionó el uso de símbolos religiosos como la imagen del Papa Juan Pablo II o la Virgen María, que el líder de la derecha ha vuelto recurrentes en sus manifestaciones políticas.
En medio de los aplausos del auditorio y de las negaciones molestas de Salvini, Conte le puso la mano en el hombro y le dijo: “Matteo, esto socava el principio laico del Estado moderno”.
Como respuesta, Salvini sacó un rosario y lo besó frente a él. “No me arrepiento de nada”, dijo luego en su intervención en medio del debate que siguió a la renuncia del ministro, en la cual insistió en retar a los partidos a medirse en las elecciones: “Somos los únicos fascistas que queremos el voto, los únicos dictadores que queremos el voto. Imaginad qué dictadura instauraríamos, la de la soberanía de los italianos”.
Los desafíos, sin embargo, no parecen ser escuchados. Pese a las diferencias que han mostrado, ayer el Partido Democrático abrió la posibilidad de una alianza con el M5E: “Veremos si se dan las condiciones para dar vida a un gobierno”, dijo el portavoz del PD, Andrea Marcucci.
De concretarse esta alianza, Italia pasaría de la extrema derecha a la centroizquierda como resultado de una tormenta política gestada –como todas las coyunturas recientes en este país– por Salvini, el líder de la derecha que en su estrategia para llegar al gobierno se habría relegado sin querer a ser un mero opositor