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La reunión que todos esperaban en la calle 46 y avenida primera, sede de Naciones Unidas en Nueva York, dejó para la sorpresa un ambiente ya muy distendido entre los mandatarios de dos países que fueron enemigos por décadas: Raúl Castro de Cuba y Barack Obama de E.U.
Tal vez por el impulso que brindó el Papa Francisco en su gira de reconciliación por ambas naciones, o por la seguridad de estar escribiendo una nueva historia, nunca se había visto en más de 50 años tal cercanía entre dichas naciones, lo que hace al mundo preguntarse ¿qué tan cerca está el fin del embargo y qué hace falta?
“Obama tiene ahora momentum para usar sus poderes como Ejecutivo e impulsar el debate en el Congreso sobre la necesidad de poner fin al embargo. Los republicanos no querían hace semanas que se hablara de esto, pero la visita del pontífice fue una sacudida en ese sentido”, afirmó a EL COLOMBIANO, Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política (Cepr, por su sigla en inglés), de Washington D.C.
La reunión de los mandatarios ayer, debió servir para acordar los pasos a seguir y definir la agenda que marcará el que será, tal vez, el tramo más difícil del proceso.
“Para Obama ha sido muy positivo el hecho de que el Papa se haya dirigido recientemente a un Congreso controlado por los republicanos. Por lo menos en este momento, se le hace más fácil pedir un enfoque diplomático en vez de las viejas sanciones. Probablemente el presidente logre aprovechar la coyuntura”, aseguró Emilio Viano, docente de política internacional de la American University.
Uno de los puntos relevantes de la reunión, tal como informó la Casa Blanca en comunicado, fue que Obama pidió a Castro “reformas continuas” en Cuba, bajo el argumento de que estos pasos “aumentarían el impacto” de los cambios adoptados por Washington para dar fin al embargo.
“La oposición de comunidades cubanas dentro de E.U. a estos temas pierde cada vez más peso. Nuevas generaciones de cubanoamericanos ven la enemistad como cosa del pasado. Los republicanos no quieren perder votos para las generales, y será muy difícil por tanto para ellos criticar el proceso”, explicó Viano.
En este sentido, la petición de Obama a Castro podría servir para demostrar que el enfoque diplomático funciona y no tiene sentido oponerse.
Para Weisbrot, ningún fin formal del embargo estadounidense sobre Cuba puede olvidar al Congreso, “pero las facultades que tiene el Ejecutivo bastarán para que, en esencia, la mayor parte de las sanciones sean retiradas y la decisión que recae sobre un congreso controlado por los republicanos no sea algo de vida o muerte. Si Obama avanza en este sentido podrá negociar de mejor forma el desembargo en Washington”.
En todo caso, ambos bandos tienen optimismo de que a pesar de que inicia la parte más compleja de la coyuntura, esta será exitosa. “El ritmo del proceso de normalización depende del levantamiento del bloqueo. Pero Obama tiene facultades amplísimas para modificarlo”, dijo el canciller cubano Bruno Rodríguez. Barack, por su parte, espera que nada entorpezca su legado.