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Mientras un desfile de carruajes conducía a Juan Manuel Santos y a su esposa, María Clemencia Rodríguez, hacia el Palacio de Buckingham; 41 salvas sonaban en su honor desde Green Park y la Torre de Londres, y el mandatario estrechaba la mano de la reina Isabel II, convirtiéndose en el primer gobernante colombiano en realizar una visita de Estado al Reino Unido, en Bogotá explotaba un polvorín.
Después de que el presidente fuera recibido con honores por la reina y el príncipe Felipe de Edimburgo, y de saludar a la primer ministra británica, Theresa May; al secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Boris Johnson, y al alcalde de Londres, Lord Mountevans, pronunció un discurso ante el Parlamento Británico que provocó aplausos entre los lores, pero críticas en la oposición.
Refiriéndose a los resultados del plebiscito del 2 de octubre para ratificar el Acuerdo de Paz con las Farc, Santos no solo fue “autocrítico” y asumió que en la campaña faltó “una comunicación más efectiva”, sino que entre los factores que produjeron la diferencia de 0,4 % en el veredicto, mencionó “una estrategia de desinformación y mentiras, como lo admitió el propio gerente de la campaña por el NO”.
Por eso los líderes del No, entre ellos el expresidente Álvaro Uribe, Martha Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez, entre otros, enviaron un comunicado en el que rechazaron la declaración del presidente, que dicen, “descalifica la votación de seis millones y medio de colombianos” (...) “deslegitima el voto de la mayoría de los colombianos y estigmatiza ante el mundo a las organizaciones y ciudadanos que respaldaron el No”.
Según expresaron, lo dicho por Santos “desconoce el resultado del plebiscito y el mandato popular, y va en la dirección de poner en duda la democracia”, pese a que ellos mismos han formulado las modificaciones de fondo al Acuerdo.
Por su lado el expresidente Uribe se expresó con extrañeza: “¿Y el que dijo eso fue el Premio Nobel de Paz? Yo no creo, me parece, muy extraño y se debería revisar si hay un error en los medios de comunicación de Inglaterra”.
En Londres, en cambio, las palabras de Santos fueron bien recibidas. El presidente de la Cámara de los Lores, lord Peter Norman Fowler, le dio respaldo en su búsqueda de la paz, destacó su liderazgo en la lucha mundial antidrogas y destacó que “el Reino Unido y Colombia están estrechamente unidos”, mencionando que la visita fortalecerá los lazos entre los dos países.
Y es que más que blindar la paz, la presencia del mandatario colombiano en Buckingham, que tendrá lugar hasta mañana, tiene tintes políticos y comerciales.
Al finalizar su discurso, Santos fue enfático en que con la paz, la inversión británica en Colombia (ver gráfico) podrá llegar con más confianza y tranquilidad, y que aunque el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea continúa vigente mientras se discute la salida del Reino de esa comunidad, “Colombia está dispuesta a reforzar su condición de socio comercial”.
Para Saúl Pineda, director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario, los nexos que creó Santos desde que fue embajador en Reino Unido se materializan como nunca, en un momento en el que Colombia es prioridad para los países desarrollados.
A eso se suma que como la política exterior de Inglaterra se desarticuló de Europa con su salida de la Unión Europea, el Reino debe recomponer sus relaciones bilaterales y fortalecerse con los aliados de su eterno compañero en guerras y tratados, Estados Unidos.
En eso concuerda Tony Travers, profesor de Gobierno del London School of Economics, a donde Santos también planeó una visita. Según dice, la primer Ministra necesita restablecer sus relaciones en el exterior, “y especialmente donde los vínculos son genuinos o dependientes solo de relaciones comerciales, como Latinoamérica y Colombia”.
Para él, May tiene la obligación de acercarse a Latinoamérica, como bien lo han logrado España y Portugal, “para así generar más oportunidades en inversiones, nuevas negociaciones para tratados y la certeza de que el Reino puede tener amistades sostenibles por fuera de la Unión Europea”.
Así las cosas, la visita es una oportunidad para Colombia en su recomposición de las relaciones comerciales con Reino Unido, que ya no serán por la vía multilateral. De hecho, agrega Pineda, un comienzo es el Acuerdo de Doble Tributación que los dos países firmaron ayer, y que establece reglas claras establecer este mecanismo y facilitar el comercio transfronterizo y la inversión de ambos países, al tiempo que pretende fortalecer la asistencia mutua para combatir la evasión fiscal.
El esquema de doble tributación, sin embargo, es insuficiente, dice Mario Valencia, vocero de Justicia Tributaria. “Permite saber cómo son las transacciones que hacen empresas comerciales de Reino Unido en el país, mi preocupación es que no deja ver operaciones a través de paraísos fiscales, a través de terceros países, que es donde se mueve la mayor parte de flujos financieros”.
Entretanto, Cristian Rojas, politólogo de la Universidad de La Sabana, duda que el Reino Unido, que siempre ha estado mirando hacia mercados más allá de sus tradicionales socios europeos, quede aislado del resto de Europa y ponga sus ojos solo en América Latina. A la final, dice, todos los europeos continentales necesitan de los británicos. “No es un socio que puedan darse el lujo de rechazar”.