Qué suerte la que tuvimos de que la sensibilidad le ganara a la economía, esa que estudió en la Universidad de Zaragoza, en España, y que tenía como meta ejercerla en Wall Street.
Todo se confabuló para que Kike Calvo se convirtiera en un connotado fotógrafo, de esos famosos que han ganado innumerables premios y que lo han llevado a registrar, hasta hoy, las más bellas e insólitas imágenes en 75 países.
Una beca lo llevó a Estados Unidos a estudiar periodismo con énfasis en temas ambientales. Y mientras estudiaba, la fotografía se convirtió en su objetivo principal. No recordaba en ese momento que, desde los siete años de edad, jugaba a disparar una cámara imaginaria, como lo retrató un día su papá.
Estudió en la Unidad de Fotografía de las Naciones Unidas donde fue formando su propio estilo, uno en el que combina la realidad de la fotografía periodística con una faceta artística bastante subjetiva.
Un estilo que lo llevó a ser elegido por National Geographic. "Soy el segundo español en ser contratado en la historia de National Geographic, uno de los más jóvenes y tal vez uno de los cinco hispanoparlantes en su nómina", resalta Kike.
A sus 38 años de edad, lleva 20 tomando fotos y de estos, 14 de manera profesional.
¿Qué es para usted la fotografía?
"Es luz, emoción, una historia por contar. Un momento en el tiempo, un recuerdo de lo vivido. La fotografía ha sido mi escuela y he descubierto el mundo a través de mis ojos".
¿Qué es lo que más le satisface de su trabajo?
"Despertar conciencia de problemas existentes, como cuando hice pública una situación relativa a la extracción de huevos de tortuga en Costa Rica. Tengo claro que la fotografía debe ser multidisciplinaria, como me lo enseñó Kathy Moran, la editora de National Geographic Magazine; con especialización sí, pero multifacético".
¿Está especializado solo en temas ambientales?
"Esa es una de mis fortalezas, pero realmente he hecho de todo, desde temas dolorosos como la caída de las torres en Nueva York, donde estuve radicado por trece años, hasta proyectos sociales de Naciones Unidas para América Latina. Uno de mis más reciente viajes fue a Nicaragua por cuenta de la Oficina de Operaciones de Naciones Unidas, donde continúo documentando una serie sobre el antes, el durante y el después de este país".
¿Qué lo trajo a Medellín?
"Hace como nueve años me había invitado Proexport a Medellín, pero no había sido posible por la agenda. A Colombia sí he venido en varias ocasiones, a dictar cursos de fotografía en Cali y Bogotá. Y este año, por invitación del Bureau de Medellín, pude asistir a Colombiamoda y a la Feria de las Flores".
¿Qué opinión le merece la ciudad?
"¡Me encantó! La imaginaba más pequeña y distinta, pero su gente... ahora está entre mis favoritas. Si me adoptan me quedo. Desde ya seré su embajador".
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