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Antigua casa de los masones en barrio Prado se convertirá en un singular hotel

Casa Mía, un hotel boutique al lado del Águila Descalza, abrirá sus puertas a finales de este año convirtiéndose en otro proyecto que consolida la segunda edad dorada de Prado.

  • Esta casa esquinera ubicada al lado de El Águila Descalza, inspirada en la arquitectura inglesa, se convertirá en Casa Mía, un hotel boutique que abrirá este año y será otro espacio más que recupera el patrimonio y la cultura de Prado Centro y Medellín FOTOS JULIO HERRERA Y cortesía
    Esta casa esquinera ubicada al lado de El Águila Descalza, inspirada en la arquitectura inglesa, se convertirá en Casa Mía, un hotel boutique que abrirá este año y será otro espacio más que recupera el patrimonio y la cultura de Prado Centro y Medellín FOTOS JULIO HERRERA Y cortesía
  • Aspecto general de la casa, poco antes de que iniciara la restauración . FOTO: Cortesía Google Maps
    Aspecto general de la casa, poco antes de que iniciara la restauración . FOTO: Cortesía Google Maps
  • La casa es una de las más antiguas del barrio Prado. FOTO: Cortesía
    La casa es una de las más antiguas del barrio Prado. FOTO: Cortesía
  • Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. FOTO Julio Herrera
    Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. FOTO Julio Herrera
  • Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. FOTO Julio Herrera
    Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. FOTO Julio Herrera
hace 3 horas
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A 9.000 kilómetros de distancia, Lía Flury y Camilo Arango recorrieron de arriba a abajo el barrio Prado Centro, guiados por Google Maps, y finalmente encontraron una casa esquinera elegante pero gastada que conservaba en su fachada el espíritu del estilo inglés neo-tudor que inspiró su construcción, tal vez, a mediados de la década del 30: ladrillo visible conviviendo con piedra, arcos altos y generosos y cubiertas inclinadas.

Esa fue la que eligieron, y a esa misma distancia, desde Suiza, la compraron impulsados por el deseo de invertir en un barrio del que conocían poco, donde en apariencia no estaban ocurriendo muchas cosas que respaldaran esa decisión, pero con la intuición de que estaban tomando una decisión acertada. Lo que no sabían cuando cerraron el negocio es que se estaban quedando con un inmueble que hace parte de la enigmática historia de la masonería en Antioquia y que está ubicado en un punto privilegiado en el que es, tal vez, el barrio con el proceso de transformación más activo en Medellín.

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Lía es una ciudadana suiza que llegó por primera vez a Medellín hace más de 10 años en un intercambio para aprender español. Conoció a Camilo, se enamoraron y desde entonces van y vienen. Ninguno de los dos tiene nada que ver con arquitectura, turismo o patrimonio. Lía trabaja en proyectos ambientales y Camilo con bicicletas, pero por una especie de intuición en 2023 se decidieron a buscar una casona en Prado, un barrio que conocían, sobre todo, por las referencias de una amiga y por una breve época en la que ella lo caminó mientras hacía una pasantía años atrás.

Aspecto general de la casa, poco antes de que iniciara la restauración . FOTO: Cortesía Google Maps
Aspecto general de la casa, poco antes de que iniciara la restauración . FOTO: Cortesía Google Maps

La casa elegida se la compraron a una logia masónica, que la ocupó con sus rituales y símbolos intrigantes desde 2009. La imponente edificación, además de tener su carga histórica, está ubicada en una de las esquinas más cotizadas de Prado; cruzando la 45D a menos de diez pasos tiene al teatro El Águila Descalza y la casa contigua es el Centro Cultural La Chispa; a tres minutos a pie está el Solar del Águila y a 15 minutos caminando, Salón Prado, proyecto sombrilla de la revitalización de Prado Centro.

Paso a paso de una restauración

Solo seis meses después de comprarla, Lía y Camilo por fin pudieron viajar para conocer la casa. Lía reconoce que al principio fueron optimistas en exceso frente a los “arreglitos” que creyeron que requería la casa, pero la realidad los aterrizó.

El inmueble llevaba dos años vacío. La buena noticia inicial es que no parecía estar en tan malas condiciones estructurales como decenas de mansiones patrimoniales alrededor. Pero solo fue estar frente a la propiedad para chocarse con la realidad, no solo de la casa sino en cierta medida del barrio.

El jardín, que en fotos antiguas luce vanidosamente cuidado, amplio y con sus arbustos podados milimétricamente en forma de bombones, estaba apropiado completamente por habitantes de calle. Fue una escena desalentadora. Por fortuna, la casa seguía deshabitada. Aunque una vez la recorrieron en detalle se percataron de que la intervención tendría que ser grande para convertirla en el hotel que soñaban, en Casa Mía.

El año pasado llegó al proyecto Adriana Ardila, que les permitió tener ojos y voz aún cuando estaban a miles de kilómetros de distancia, pues se puso al frente de todo lo relacionado con la restauración. Adriana decidió ir más allá y no ser solo los ojos de ellos mientras estuvieran fuera de Colombia sino que ‘abrió las puertas’ para mostrarle a todo el que estuviera interesado las entrañas de una casa antigua de Prado y el paso a paso para restaurarla.

Medellín ha tenido casos exitosos y reconocidos de restauraciones de edificios patrimoniales y otras joyas arquitectónicas. Pero tal vez este sea uno de los pocos –o el único– en el que ese proceso ha sido compartido en tiempo real.

La casa es una de las más antiguas del barrio Prado. FOTO: Cortesía
La casa es una de las más antiguas del barrio Prado. FOTO: Cortesía

Adriana decidió exhibir cada pormenor en redes sociales: mostrar la casa desnuda, en obra, y también compartir hallazgos, una estrategia poco usual en este tipo de proyectos que generalmente son adelantados con recelo por parte de sus dueños y arquitectos.

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Periódicamente en las redes sociales de Casa Mía empezaron a aparecer la caja empotrada celosamente en una de las habitaciones y que los mantuvo a la expectativa de qué podía contener hasta que pudieron abrirla y la hallaron vacía; la historia de una carta escrita en tinta azul y con una delicada caligrafía, que puso a decenas de personas, por iniciativa propia, a intentar transcribir el mensaje después de ver el video. También compartieron detalles de la historia fragmentada de la casa que han ido encontrando; el arduo trabajo para encontrar las escaleras enterradas bajo el jardín; la apertura de los arcos, el despeje de la elegante fuente en el patio central; el estilo, los colores, las texturas y materiales que usarán; las fuentes de inspiración para la nueva vida de la casa ahora convertida en hotel boutique.

Entre lo que saben es que el primer propietario de la casa fue Cipriano Restrepo Jaramillo, quien fue gerente de Coltabaco y quien hace 81 años gestó la Asociación Nacional de Empresarios, la Andi. La casa, a diferencia de otras en Prado que terminaron en decadencia por pasar de mano en mano, contó con la suerte de tener pocos dueños. Del empresario pasó a manos de una familiar llamada Margarita Restrepo de Restrepo y después de ella quedó en poder de Jorge Enrique Restrepo. Ahora intentan averiguar si se trata del mismo famoso decano de la Facultad de Medicina de la UdeA que se convirtió en uno de los más respetados numismáticos de Colombia. Además del nombre tienen como pista la cantidad de monedas que han encontrado escudriñando los rincones de la casa.

Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. <b><span class=mln_uppercase_mln> </span></b>FOTO<b><span class=mln_uppercase_mln> Julio Herrera</span></b>
Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. FOTO Julio Herrera

Lo cierto es que en 2009 terminó en propiedad de la logia masónica. Según cuenta Adriana, uno de los masones que ubicó buscando más información sobre la casa, le contó algunos detalles aclarándole que la mayoría de las cosas que se dicen alrededor de sus rituales y actividad es pura invención. Le contó que en ese salón del segundo piso donde encontraron el piso ajedrezado (símbolo de dualidad entre los masones), el atril, la tarima y el color azul por doquier en las paredes se dedicaban exclusivamente a la actividad filosófica, intelectual y filantrópica que defiende desde hace siglos la masonería.

El masón también le confirmó a Adriana que esa casa fue un lugar importante en la modernidad de la masonería en Antioquia cuya historia puede partirse en dos con una primera mitad caracterizada por conflictos, estigmatizaciones y ataques de todo tipo.

¿Habrá otros lazos masónicos?

Por ahora, el único vínculo claro de la casa con la masonería es la actividad que tuvo en la última década y media. Una placa a la entrada inmortalizó el nombre del Gran Maestro Jorge Valencia Jaramillo, poderoso masón y exalcalde de Medellín, exsenador y fundador de la Feria Internacional del Libro en Bogotá.

Pero tal vez las pesquisas arrojen nuevos lazos. La historia de la masonería en Antioquia se remonta a 1934. Al igual que en el resto de Colombia, la masonería en el departamento estuvo estrechamente vinculada a las grandes figuras de filiación liberal.

Siga leyendo: ¿Se salvarán las casas patrimoniales de Prado Centro con nueva estratificación?

La influencia y poder social, político e intelectual de la Gran Logia de Antioquia crecieron rápidamente. En junio de 1935, días después de la muerte de Carlos Gardel, la Gran Logia de Antioquia dirigió las honras fúnebres del zorzal criollo fallecido en el accidente aéreo. Pero ese crecimiento la hizo merecedora de poderosos enemigos. La Iglesia Católica, en cabeza de monseñor Miguel Ángel Builes, repartió excomuniones a diestra y siniestra y se encargó, desde periódicos conservadores, de crear gran parte de los mitos que pesaron sobre esta organización iniciática.

En la pugna entre facciones masónicas antioqueñas, ocurridas entre finales de los 30 y comienzos del 40, emergió la figura de Fernando Estrada Estrada, el hombre que gestó el Palacio Egipcio (otra joya de Prado ubicada a 200 metros de Casa Mía) y quien era Masón Maestro Venerable. Estrada, ayudado por los masones de Bogotá, logró crear nuevas logias en el Oriente antioqueño minando la legitimidad como federación de la Gran Logia de Antioquia, que al mismo tiempo recibía ataques desde Bogotá y persecución sin cuartel de la iglesia lo que acabó llevando al ostracismo a los masones liberales del departamento.

Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. <b><span class=mln_uppercase_mln> </span></b>FOTO<b><span class=mln_uppercase_mln> Julio Herrera</span></b>
Las restauraciones de la casa comenzaron a inicios de año y se espera que las nueve habitaciones del hotel, con capacidad completa, alberguen 22 personas. FOTO Julio Herrera

Según el masón e investigador Mario Arango, en su libro Masonería y Partido Liberal, esa derrota llegó con una orden desde Bogotá de arrasamiento de la historia de los masones liberales en Antioquia, por lo que según el investigador cientos de documentos en los que se dejaba constancia de su huella y legado en el departamento desaparecieron, hasta que medio siglo después halló parte de estos en la biblioteca masónica de Nueva York y con ellos armó su libro publicado en 2006.

Pero a pesar de esas pugnas, de las estigmatizaciones, mitos y secretismos, la influencia de la masonería está más presente de lo que suele pensarse en Medellín, específicamente, en su arquitectura.

Arquitectura y masonería

Cuando se habla de masonería y arquitectura en Medellín la gente suele pensar solo en el Palacio Egipcio, obra de Estrada y su fascinación por la astronomía, la egiptología y la óptica. Pero hay mucho más.

En medio del periodo llamado la República Liberal, que fue de 1930 a 1946, un grupo pionero de arquitectos, varios de ellos involucrados directa o indirectamente con la masonería, sentaron las bases de la arquitectura moderna en Colombia, erigieron gran parte del país tal como se conoce hoy, impulsados por la necesidad de plasmar en esas nuevas formas, diseños y construcciones que se alejaran de las normas establecidas por la Colonia y el periodo republicano.

Uno de los más importantes arquitectos que surgió en la República Liberal fue el antioqueño Pedro Nel Rodríguez Hausler, hijo de Horacio Rodríguez y nieto del alemán Enrique Hausler, pionero de la ingeniería y arquitectura en Medellín. Don Horacio fundó HM Rodríguez e Hijos, la primera firma de arquitectura local. Pedro Nel provino de una familia de masones y a él le debe la ciudad gran parte de su arquitectura moderna. Gestó el barrio Conquistadores, uno de los mejor planificados de la ciudad; la sede del Banco de la República, el teatro Pablo Tobón Uribe, decenas de edificios emblemáticos y cientos de casas y mansiones en barrios como Prado. Casa Ángel, otra mansión en Prado que acaba de terminar su restauración para abrir como hotel de lujo, fue obra de él.

Su influencia en la arquitectura de buena parte del siglo XX en Medellín es tan amplia que ha sido difícil seguirle el rastro a su obra arquitectónica completa. Es probable, por ejemplo, que las pesquisas que adelantan para conocer a fondo la historia de lo que hoy es Casa Mía conduzcan a Nel Rodríguez. Hay elementos que alimentan esa posibilidad: él fue uno de los principales elegidos en los 30, 40 y 50 para construir las mansiones y palacetes de los ricos asentados en barrio Prado; ningún otro arquitecto en ese tiempo se aventuró tanto con las construcciones vanguardistas que ampliaran la visión del mundo; era un defensor a ultranza del uso del ladrillo visible y de los jardines como parte fundamental para integrar la propiedad privada con el enriquecimiento del espacio público.

El problema es que encontrar datos exactos es complejo. Lía cuenta que ni siquiera fue posible hallar en Planeación los planos de la casa y les tocó armarlos desde cero con los arquitectos. Pero no es una tarea imposible averiguarlo con tiempo y algo de suerte.

La idea es sentirse como en casa

Lía, Camilo y Adriana planean tener Casa Mía abierta desde septiembre próximo. Será un hotel boutique con nueve habitaciones y una propuesta novedosa. Estará diseñado para que desde el check in, que será de manera autónoma, el huésped viva una experiencia familiar. Explica Adriana que la idea es que los huéspedes ingresen como si entraran a su propia casa y recorran los espacios de la misma forma. Habrá servicio de desayuno y recepción, pero por lo demás será una experiencia familiar: conversar, habitar, descansar, trabajar, en fin.

El diseño definitivo será una combinación del arte, las tradiciones y cultura colombianas. Las habitaciones serán modernas, pero se conservarán elementos icónicos como la fuente central, los arcos, las puertas y el jardín original, pues en una de las modificaciones que le hicieron a la casa las escaleras originales frontales fueron sepultadas para abrir unas laterales (posiblemente lo hicieron los masones buscando intimidad).

Lía y Adriana recalcan que el mayor anhelo que impulsa el proyecto es contribuir al rescate definitivo de Prado Centro. Por eso trabajan para ofrecer circuitos de experiencias culturales, gastronómicas y patrimoniales. Convertir a Medellín en referente internacional de turismo cultural y patrimonial es un desvelo de proyectos que detonaron en los últimos dos años para consolidar la segunda edad dorada de Prado que ya había comenzado con algunas aventuras individuales. Pero esta vez la transformación es masiva, como Casa Mía, Casa Ángel y Salón Prado, una veintena de proyectos se abren espacio en el barrio más emblemático de Medellín.

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