Por gustavo ospina zapata
Sobre un morro con muertos bajo tierra y en el poco espacio verde que queda de lo que hace más de sesenta años era uno de los espacios naturales más apreciados de Medellín, hoy crecen durantas, guayacanes, bonsais y palos de mango y naranja, y aletean mariposas, pájaros y abejas que van de flor en flor chupando el néctar.
También corren camufladas entre matorrales una que otra iguana y sobre la hierba asoman zarigüeyas. Andrey Cadavid, un joven nacido en el barrio Santo Domingo Savio hace 30 años, ha hecho posible que en este espacio en abandono empiece otra vez a florecer la vida.
Es una obra sencilla pero que se hace con filigrana, ya que requiere del acompañamiento estatal para que al final dé el fruto esperado: que el cerro tutelar -declarado el Camposanto El Calvario tras un deslizamiento de tierra ocurrido el 29 de septiembre de 1974 y que dejó 42 víctimas y varias decenas más sepultadas por la imposibilidad de rescatarlas de la tierra- vuelva a ser un lugar para el disfrute de los habitantes.
Andrey lidera la mesa ambiental del sector y a través de ella y del colectivo Jardineros Emprendedores, conformado por jóvenes de la zona, se metió en la tarea de recuperar este espacio de ciudad en la comuna 1.
“Yo nací acá, pero me fui un tiempo a vivir a Envigado, por el parque El Salado y allí aprendí jardinería y a cuidar el medio ambiente. Luego volví y quiero aplicar ese conocimiento con los muchachos y las familias del barrio”, apunta.
Un jardín en altura
La historia no puede repetirse y es el anhelo de Santo Domingo. La tragedia de 1974 se desató por construcciones irregulares y no ajustadas a la norma. Se saturaron los terrenos se originó el deslizamiento. Proteger el cerro es una prioridad, pues si no se hace no habrá futuro.
“Lo que está pasando acá es importante para que las familia podamos traer a los niños, a ellos les encanta correr y tocar las flores, perseguir las mariposas”, dice Jaldreidy Saldarriaga, con un bebé de brazos y una niña de cinco años.
Andrey y su grupo han sacado toneladas de escombros y basura, han limpiado senderos, podado matorrales y sembrado 2.600 plantas. Construyeron un invernadero para producir abono e instalaron, con apoyo oficial, un fogón ecológico alrededor del cual se reúnen a compartir y gozar el paisaje. El cerro es un jardín y mirador natural desde el que se observa a un golpe de mirada desde Bello hasta Envigado.
Diego Zapata, periodista de la zona, pide que se haga una inversión estructural porque la comunidad sola no puede asumir la responsabilidad de proteger, recuperar y evitar que el sitio se repueble.
“Este trabajo es muy valioso por la sostenibilidad del sector, este cerro ha tenido descuido, la gente ha vuelto a construir y se generan incendios y deslizamientos, necesitamos más inversión y que se dé una mirada hacia acá”, pide el presidente de la Acción Comunal, Jairo Delgado.
La recuperación del lugar va firme. Requiere más socialización, lograr que las familias que habitan el cerro lo sientan propio y eviten maltratarlo con basura, escombros y mal uso de las aguas. “La idea es que lo incluyan en el recorrido turístico, porque a dos cuadras está la biblioteca España y toda la conexión con el Oriente”, comenta Andrey, quien abre las puertas a todos los que quieran apoyarlo, tanto privados y particulares como entes estatales, “porque esto es por el bien de todos”, concluye.
Sobre un morro con muertos bajo tierra y en el poco espacio verde que queda de lo que hace más de sesenta años era uno de los espacios naturales más apreciados de Medellín, hoy crecen durantas, guayacanes, bonsais y palos de mango y naranja, y aletean mariposas, pájaros y abejas que van de flor en flor chupando el néctar.
También corren camufladas entre matorrales una que otra iguana y sobre la hierba asoman zarigüeyas. Andrey Cadavid, un joven nacido en el barrio Santo Domingo Savio hace 30 años, ha hecho posible que en este espacio de abandono empiece otra vez a florecer la vida.
Es una obra sencilla pero que se hace con filigrana, ya que requiere del acompañamiento estatal para que al final dé el fruto esperado: que el cerro tutelar -declarado el Camposanto El Calvario tras un deslizamiento de tierra ocurrido el 29 de septiembre de 1974 y que dejó 42 víctimas y varias decenas más sepultadas por la imposibilidad de rescatarlas de la tierra- vuelva a ser un lugar para el disfrute de los habitantes.
Andrey lidera la mesa ambiental del sector y a través de ella y del colectivo Jardineros Emprendedores, conformado por jóvenes de la zona, se metió en la tarea de recuperar este espacio de ciudad en la comuna 1.
“Yo nací acá, pero me fui un tiempo a vivir a Envigado, por el parque El Salado y allí aprendí jardinería y a cuidar el medio ambiente. Luego volví y quiero aplicar ese conocimiento con los muchachos y las familias del barrio”, apunta.
Un jardín en altura
La historia no puede repetirse y es el anhelo de Santo Domingo. La tragedia de 1974 se desató por construcciones irregulares y no ajustadas a la norma. Se saturaron los terrenos y se originó el deslizamiento. Proteger el cerro es una prioridad, pues si no se hace no habrá futuro.
“Lo que está pasando acá es importante para que las familias podamos traer a los niños, a ellos les encanta correr y tocar las flores, perseguir las mariposas”, dice Jaldreidy Saldarriaga, con un bebé de brazos y una niña de cinco años.
Andrey y su grupo han sacado toneladas de escombros y basura, han limpiado senderos, podado matorrales y sembrado 2.600 plantas. Construyeron un invernadero para producir abono e instalaron, con apoyo oficial, un fogón ecológico alrededor del cual se reúnen a compartir y gozar el paisaje. El cerro es un jardín y mirador natural desde el que se observa a un golpe de mirada desde Bello hasta Envigado.
Diego Zapata, periodista de la zona, pide que se haga una inversión estructural porque la comunidad sola no puede asumir la responsabilidad de proteger, recuperar y evitar que el sitio se repueble. “Este trabajo es muy valioso por la sostenibilidad del sector, este cerro ha tenido descuido, la gente ha vuelto a construir y se generan incendios y deslizamientos, necesitamos más inversión y que se dé una mirada hacia acá”, pide el presidente de la Acción Comunal, Jairo Delgado.
La recuperación del lugar va firme. Requiere más socialización, lograr que las familias que habitan el cerro lo sientan propio y eviten maltratarlo con basura, escombros y mal uso de las aguas. “La idea es que lo incluyan en el recorrido turístico, porque a dos cuadras está la biblioteca España y toda la conexión con el Oriente”, comenta Andrey, quien abre las puertas a todos los que quieran apoyarlo, tanto privados y particulares como entes estatales, “porque esto es por el bien de todos”, concluye
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volquetadas de basura y escombros han sacado del cerro en su recuperación.