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Trazar rutas para una Medellín más conectada

Medellín debe atender dos temas urgentes: contar con un sistema eficiente de drenaje y definir nuevas tecnologías para la disposición de residuos sólidos.

  • Medellín debe atender temas urgentes que enfrentan todas las grandes urbes. FOTO: Camilo Suárez Echeverry
    Medellín debe atender temas urgentes que enfrentan todas las grandes urbes. FOTO: Camilo Suárez Echeverry
02 de noviembre de 2025
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Imaginar cómo será Medellín dentro de medio siglo no es tarea sencilla. Hoy la ciudad se posiciona como un destino turístico mundial, con un enorme potencial, pero también con retos marcados por su geografía: un valle mediterráneo y una topografía compleja, a más de trescientos kilómetros del mar. Sin embargo, hay algo razonable: para que su economía no se marchite y pueda garantizar bienestar a sus habitantes, Medellín deberá concretar varias obras clave de infraestructura en los próximos años.

Un futuro sin atascos

El primer paso es priorizar aquellos proyectos que ya están en marcha y garantizar su terminación. Entre ellos, el corredor Medellín–Buenaventura, vital para conectar la ciudad con el Pacífico. En este tramo, correspondiente a la Concesión Pacífico 1 —entre Medellín y el cercano Bolombolo—, aún faltan piezas importantes: el intercambio de Primavera, 3,4 kilómetros de doble calzada no incluidos en el contrato de concesión, dos túneles para sortear el paso en el sector de Sinifaná y, por supuesto, el puente de Bolombolo, esencial para articular Pacífico 2 con Mar 1 y garantizar un tránsito fluido de carga pesada.

En segundo lugar, está la terminación del tramo de cuarenta kilómetros de carretera conocido como túnel del Toyo. Hoy, las obras civiles están a cargo del Departamento de Antioquia, mientras que el contrato para el suministro e instalación de los equipos electromecánicos de los dieciocho túneles continúa en manos del Invías. Sin embargo, las vigencias futuras previstas para este año —2025— aún no parecen estar aseguradas. A esto se suma la necesidad de estructurar la construcción de un nuevo túnel paralelo, que permita una operación unidireccional y atienda de manera adecuada el creciente tráfico que traerá consigo la próxima entrada en funcionamiento de Puerto Antioquia.

Infográfico
Trazar rutas para una Medellín más conectada

En tercer punto, pero no menos importante, es el mejoramiento del tramo entre El Santuario y Caño Alegre, un corredor estratégico entre Medellín y Bogotá. La meta inicial es corregir un poco su actual alineamiento, sumando terceros carriles y estabilizando sus puntos críticos. A largo plazo, se debe anexar una doble calzada en todo el tramo para garantizar una movilidad adecuada entre los dos principales centros económicos del país.

Estas obras permitirán que la economía de Medellín, y en general la del departamento, mantenga una conexión en doble vía con la economía nacional e internacional. Gracias a ellas, la ciudad podrá acercarse al puerto de Buenaventura, a Puerto Antioquia en el Urabá y, por supuesto, al centro del país. Además, de dejar construido un corredor terrestre estratégico entre los dos océanos, que servirá como un canal logístico clave para Colombia y también para Suramérica.

Para complementar el tema logístico, en materia aérea, es vital que la Aeronáutica Civil socialice y deje en firme el Plan de Expansión del Aeropuerto José María Córdova: construcción de una segunda pista y una nueva terminal que eleve su capacidad hasta cuarenta y tres millones de pasajeros al año. Este aeropuerto ha sido, y
—seguramente— lo seguirá siendo, la principal puerta de Medellín hacia el mundo.

Una ciudad en expansión

Desde una perspectiva más local, Medellín enfrenta el reto de optimizar sus accesos. En el sur, se requiere la construcción de al menos tres intercambios viales —calle 50, Fábricas Unidas y el acceso a la variante de Caldas—. En el norte, la tarea pasa por levantar el intercambio de La Seca en el municipio de Bello y concluir el tramo de la avenida Regional comprendido entre el puente Madre Laura y el sector de Zamora. Hacia el occidente, es clave consolidar la conexión entre la calle 80, la quebrada La Iguaná y la vía Regional, lo que incluye un nuevo paso a desnivel sobre el río Medellín, a la altura de La Macarena, para facilitar la conexión con la autopista Medellín–Bogotá. Finalmente, en el oriente resulta imperativo mejorar los accesos desde el túnel de Oriente hacia la comuna 14, con especial atención en la zona de El Poblado.

Por otro lado, el desarrollo urbanístico de Medellín se ha expandido de manera acelerada hacia el valle de San Nicolás, lo que ha incrementado considerablemente el tráfico entre ambos valles. Hoy, cerca de cien mil vehículos transitan diariamente por esta ruta, lo que hace necesario proyectar más conexiones, especialmente hacia el sur. Para atender esta creciente demanda, se requiere la construcción de nuevos corredores que integren de manera más eficiente los dos valles, en particular entre los municipios de Caldas y Sabaneta con El Retiro, La Ceja y Rionegro, mediante una nueva vía que evite la entrada a Envigado y Medellín.

Más que concreto

Medellín debe atender dos temas urgentes que enfrentan todas las grandes urbes. El primero es contar con un sistema eficiente de drenaje urbano. La ubicación de la ciudad y de los municipios que conforman el Área Metropolitana tiene una particularidad: al estar en medio de un gran valle, todo el drenaje natural se concentra en un único cauce, el río Medellín. A este afluente cada vez llega más agua lluvia y en menos tiempo, debido al acelerado proceso urbanístico y, por supuesto, al cambio climático, que ha alterado el régimen de precipitaciones. Por esta razón, la capacidad hidráulica del río debe ser optimizada. Para lograrlo se requieren, entre otras medidas, mayores superficies drenantes y la construcción de tanques de tormenta que prevengan futuras tragedias, especialmente en los municipios ubicados al norte del valle.

El segundo reto es definir nuevas tecnologías para la disposición de residuos sólidos. Los rellenos sanitarios, que durante décadas han sido la solución tanto para Medellín como para la mayoría de municipios de Antioquia, ya no resultan adecuados, pues las zonas actualmente utilizadas pronto quedarán saturadas. De ahí la necesidad de migrar hacia un sistema híbrido que permita, entre otros aspectos, disminuir drásticamente la disposición final.

El futuro de Medellín también depende de cómo logre resolver sus desafíos de infraestructura y sostenibilidad, para construir hoy la ciudad de los próximos cincuenta años.

José Fernando Villegas es director ejecutivo
de la Cámara Colombiana de la Infraestructura en Antioquia (CCI).

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