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Los paseos que “cuidan” el ambiente no siempre lo hacen

Hay que verificar qué tipo de turismo se hace, pues lo “eco” puede ser solo nombre.

  • ilustración sstock
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31 de agosto de 2021
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Caminar en los senderos de un bosque, disfrutar las playas de un parque natural, hacer torrentismo en grandes cascadas y observar las especies en su hábitat natural son prácticas turísticas que tienen algo en común: la relación directa con la naturaleza.

Sin embargo, no todas cumplen con los requisitos de sostenibilidad y conservación ambiental. Es responsabilidad de los viajeros aprender a identificar que tipo de turismo realizan. El sostenible es aquel que “tiene en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales”, lo define la Organización Mundial del Turismo.

Clara Solano, directora ejecutiva de la Fundación Natura, enfocada en el desarrollo de proyectos de conservación ecológica, destaca que el “concepto de ecoturismo está en constante evolución “y hace parte del turismo sostenible”. La Sociedad Internacional de Ecoturismo (TIES), por sus siglas en inglés, la define como “un viaje responsable a áreas naturales, conservando el medio ambiente y mejorando el bienestar de la población local”.

Alejandra Castro, profesora de la facultad de estudios ambientales y rurales de la Universidad Javeriana, hace la distinción entre el turismo de naturaleza y el ecoturismo. El primer caso se centra únicamente en el “disfrute de los escenarios naturales, que puede ser bien manejado o no”, mientras que el segundo incluye un componente educativo, sostenible y en pro de la conservación ambiental.

Otros términos relacionados con esta práctica, de acuerdo con la TIES, son agroturismo, en el que los visitantes se involucran en labores del campo de la mano de comunidades rurales; turismo basado en las comunidades, en el que las personas participan de la cotidianidad de ciertas poblaciones, y el turismo en pro de la pobreza, que conecta a empresas turísticas con comunidades vulnerables para que estas se hagan partícipes en actividades que puedan generarles ingresos.

Aunque el lema principal del ecoturismo sea la conservación y preservación, surge el debate sobre el impacto que tienen los viajes a zonas naturales en las especies y ecosistemas. Castro afirma que en la actualidad “muchas actividades turísticas se venden bajo la categoría ‘eco’, incluso aunque no sean amigables con el medio ambiente”, por lo que “hay que tener en cuenta que se cumplan tres condiciones en este tipo de planes: tener procesos de conservación en torno al turismo, de educación ambiental y que esa práctica traiga beneficios visibles para la comunidad”.

Lo que no es

Solano hace la aclaración de que “el turismo sostenible, ya sea de naturaleza o ecoturismo, no debe dejar una huella ambiental en el sitio de visita”, es decir, un impacto negativo que afecte al ecosistema. Por ejemplo, que produzca gran cantidad de gases efecto invernadero, que afecte a las comunidades que habitan la zona o que tenga una infraestructura que afecte el ambiente. En este punto, Castro toma el ejemplo de “un hotel 5 estrellas en la Guajira, lleno de agua, con piscinas y al lado una comunidad indígena que se está muriendo de sed”. En ese tipo de turismo “se alteran los sistemas naturales porque se necesitan más recursos. Hay sobreexplotación de recursos como el agua, la luz y el manejo de los desechos”.

Las personas deben tener en cuenta que ningún animal puede estar encerrado o en malas condiciones. “Hay que estar atento a temas de tráfico ilegal de vida silvestre, que existe en Colombia, sobre todo en las zonas más naturales”, continúa Castro.

Asimismo, ambas expertas recalcan que los destinos ecoturísticos mantienen el control de aforo y hay un tiempo de descanso a las zonas que reciben gran volumen de visitantes.

“No hay daño a las especies en el verdadero ecoturismo. Si los lugares tienen el correcto mantenimiento, por ejemplo, adecuación de los senderos para minimizar el impacto de las pisadas y grupos controlados, se puede evitar la degradación del sitio”, expresa Solano.

Las ventajas

Principalmente se hace una labor educativa en donde se promueve el amor y el respeto hacia la naturaleza, cuenta la directora de la Fundación Natura. “Cuando vas a un sitio con un entorno que impacta, si se hace un turismo en el que hay información que eduque, que genere una conexión con el sitio en donde se está, vas a aprender a respetarlo, a encontrar una razón para luchar por su conservación o mantenimiento”. En la misma línea, Castro asevera que los turistas “replican cómo conservar y cuidar esas zonas o recomiendan lugares porque las ganancias van a algún proyecto de conservación de alguna especie o lugar”.

Además puede convertirse en una posibilidad de emprendimiento para organizaciones comunitarias que viven cerca o dentro de esas zonas de conservación. “Logra que quienes de pronto hacían un uso irresponsable de los recursos ahora cuiden de ellos. Se logra que la naturaleza genere oportunidades para los locales”, dice Solano, quien añade que “se pueden desarrollar distintas cadenas de servicio: alimentación, transporte, guianza y esos conceptos pueden ir asociados a la sostenibilidad”.

La Organización Mundial del Turismo menciona que contribuye al mantenimiento de áreas protegidas, reservas y demás zonas naturales, puesto que genera beneficios económicos para las entidades a cargo de la conservación de los destinos. El dinero de los turistas se vuelve a reinvertir en la preservación, igualmente, ofrece beneficios económicos a las comunidades.


¿Un riesgo para las especies?

Las áreas protegidas alrededor del mundo reciben un promedio de ocho mil millones de visitas al año, cifra publicada en una investigación de la revista científica Trends in Ecology and Evolution, en 2015. Allí, los científicos descubrieron que los animales alteran su comportamiento cuando están en presencia de humanos, pueden volverse más vulnerables y dóciles. Por ende, se transforman en presas fáciles para sus depredadores.

Daniel Blumstein, presidente de ecología y biología de la Universidad de California (UCLA), y además, uno de los autores de la investigación, dijo en una publicación de la universidad que “los ecoturistas, en teoría, están tratando de hacer cosas buenas para proteger la biodiversidad; están tratando de no pisotear plantas o asustar a la vida silvestre. Pero muchos desconocen por completo su impacto. La gente no puede ir a estas áreas y no tener un impacto“.

El estudio se centró específicamente en determinar el impacto de las visitas humanas a parques naturales, se encontró que los animales se volvieron más indiferentes a las personas, lo que facilita a los cazadores ilegales atraparlos.

Aunque las intenciones de los viajeros sean las mejores, comportamientos que parecen ser inofensivos representan una amenaza para las especies. Tal como sucedió en 2015, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Ostional, ubicado en Costa Rica. Como cada mes, cientos de tortugas marinas llegaron a la costa del refugio para anidar sus huevos. No obstante, el proceso se vio interrumpido por una horda de turistas que procedió a tomarse selfies con los animales e incluso ubicar a los niños sobre sus caparazones para tomar fotos. En consecuencia, muchas de las tortugas no pudieron dejar sus huevos en la playa, un proceso que demoraba alrededor de tres días, según narró la organización ambiental One Green Planet.

Castro recuerda la importancia de la responsabilidad ambiental de cada viajero cuando visita un lugar natural. “Hay gente que le gusta llevarse las plantas, eso es extracción de material importante que puede tener una funcionalidad particular para el ecosistema. Otros introducen especies a los sitios, por ejemplo, llevan a sus mascotas, lo que representa un riesgo para ambas partes porque estas se pueden enfermar y a su vez transmitir algún parásito”.

Identificar malas prácticas

Solano expone que “los operadores de turismo deben encontrar en su negocio o la actividad que ofrezcan el menor impacto posible al ambiente”. En actividades como torrentismo o escalada en roca “la gente debe saber que esto tiene unos efectos y hay que mirar cómo se minimizan. Si hay 30 personas escalando con cuerdas una quebrada en medio de las rocas, hay que dejar descansar la quebrada un tiempo mínimo al año. Esos conceptos de resguardo, de cuidado, son importantes”. De igual manera, los destinos deben manejar un aforo en las áreas naturales, no pueden haber multitudes.

En los turistas recae la responsabilidad de hacer veeduría en las zonas que se visitan. Castro considera que a través de redes sociales se pueden denunciar situaciones que vulneren los ecosistemas y especies. Además, estas son una herramienta que facilita hacer una consulta previa antes de viajar al destino.

La Red de Ecoturismo Global señala que en ocasiones se hace greenwashing a los viajeros. Es decir, se vende la idea de que ciertos servicios o productos son amigables con el medio ambiente cuando en realidad no lo son. Asimismo, puntualiza que en el caso de los hospedajes vale la pena analizar la ubicación y construcción de los hoteles, pues este proceso pudo haber generado un impacto ambiental grande

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