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Presión urbana tiene en jaque producción agrícola del Occidente cercano

Estudios de la Universidad Nacional y del Jaime Isaza Cadavid concluyen que la agricultura de frutales está en peligro. Productores y administraciones coinciden. Gremios discrepan. Panorama.

  • El predio de don Jairo Rivera, además de producir zapotes, ayuda a conservar el agua, la fauna y la flora. FOTO juan antonio sánchez
    El predio de don Jairo Rivera, además de producir zapotes, ayuda a conservar el agua, la fauna y la flora. FOTO juan antonio sánchez
Presión urbana acosa producción agrícola del Occidente cercano
02 de julio de 2021
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Entre dos de las tres cordilleras que tejen las estribaciones de Los Andes, nació el fortín de frutas de Antioquia. Bajo un calor incesante, que despunta por entre las montañas y emerge desde las profundidades del suelo, el Occidente vio florecer los más imponentes ejemplares de tamarindo, corozo y zapote.

Todavía lo hace. En medio de una subregión atestada de urbanizadores y predios de extensión variable, como fortalezas permanecen las fincas que son fieles a esta vocación, así como los productores que cargan al hombro más de una generación y no dejan que muera esa tradición.

Esta costumbre, en el año 2000, representó para el Occidente un aporte del 100 % en la producción nacional de zapote y tamarindo. Sin embargo, la cuota no superó el 30 % en 2015 (última medición disponible), según Agronet, la red de información del Ministerio de Agricultura. Lo anterior debido a la transformación de los usos del suelo: llegada de megaobras de importancia nacional y construcción de residencias para vivienda y veraneo (ver Paréntesis).

“Ha habido una tendencia hacia el establecimiento de parcelaciones y el uso turístico del territorio, donde antes se encontraban los productores de gran diversidad de frutales y de especies de importancia artesanal”. Así lo concluyeron los investigadores Darío Vélez y Sandra Muriel, en Riesgos de pérdida de los sistemas de producción agrícola tradicional por la amenaza turística en el Occidente cercano, artículo que resultó de una investigación entre el Jaime Isaza Cadavid y la Universidad Nacional (UN), sede Medellín.

A partir de allí, Mateo Barrera Betancourth, ingeniero agrónomo de la UN, se propuso estudiar la multifuncionalidad de los sistemas tradicionales de producción del Occidente cercano.

Aunque el tema no es nuevo, el estudio que formuló Barrera revive un debate que sigue sin resolverse: impulsar la ruta de las frutas —y de lo que esta implica para las economías locales y el medio ambiente— mientras se consolida el desarrollo con infraestructura y turismo residencial; o dejarla marchitar, tras 200 años de tradición productora, al cambiar completamente la vocación de esos suelos.

La zona en estudio

El Occidente está situado en un punto estratégico: es cercano al mar, comparte frontera con el Valle de Aburrá y es corredor clave para llegar al Occidente de Colombia. Se divide en dos zonas: Cuenca del Río Sucio y Cauca Medio. En esta última se encuentran San Jerónimo, Santa Fe de Antioquia y Sopetrán, anillo turístico del Occidente cercano, que suma 871 km2.

La subregión, ubicada en una zona de bosque seco tropical, ha cultivado en su mayoría especies nativas del trópico americano, detalló Barrera en su investigación Evaluación de la multifuncionalidad de la agricultura de los sistemas de producción tradicional del Occidente cercano de Antioquia.

Dichas especies, contó el investigador, han constituido parches de vegetación que conservan funciones ambientales en un Occidente con fuertes presiones y amenazas. “Es el caso del clima, debido a su condición de bosque seco tropical, y de su cercanía al área metropolitana, a los megaproyectos que se desarrollan en la zona y al turismo”, sostuvo.

Barrera estudió 13 predios en total: siete en Sopetrán, tres en Santa Fe de Antioquia, y tres en San Jerónimo; luego tabuló, con base en la experiencia de los agricultores, los usos funcionales de esos suelos. Los predios, evaluados mediante un Índice de Usos y Propósitos, presentaron mediciones superiores a un punto, lo cual representa en agronomía altos niveles de multifuncionalidad.

Estos niveles se agruparon en dos. Por un lado, se encontraron flujos de salida, como la venta de producción vegetal y animal, y el intercambio sin retribución monetaria. Por otro, se ubicaron los internos, que destinan los cultivos para la alimentación humana y animal (ver Para saber más).

Vocación que muere

Pese a la variedad de funciones, en el Occidente cercano la producción de frutas ha menguado, acotó el estudio. Una de las especies tradicionales es el tamarindo. Sopetrán pasó de tener 20 hectáreas de este fruto en 2012, a contar con nueve en 2015 (baja del 55 %). En Santa Fe de Antioquia, por su parte, la producción pasó de 44 hectáreas en 2001 a 5,5 en 2015 (baja del 87,5 %).

Una tendencia similar ha marcado la producción de zapote. Sopetrán llegó a sumar 40 hectáreas de esta fruta y ahora cuenta con 33 (baja del 18,5 %). El cultivo de corozo, popular en San Jerónimo, pasó de 11 hectáreas en 2008 a seis en 2013. La reducción fue del 45 %, en tan solo cinco años.

Este panorama lo confirmó Diego Acevedo, productor de arazá en una de las fincas estudiadas por Barrera, en Sopetrán: “De aquí salían cuatro o seis escaleras de mango o mamoncillo. Tenían que dejar carga, para luego llevarla a Medellín. Actualmente, eso no se ve (...). La agricultura está muy desvanecida. Los campos se están volviendo parcelas y fincas de veraneo”.

“En la finca tengo zapote ecuatoriano y criollo, también palos de guanábana, arazá, borojó, baya milagrosa y maticas de piña (...). Si no instalamos un sistema de riego, estaríamos secos, porque los condominios cercanos compraron nacimientos de agua y la suelen destinar para piscinas”, agregó Jairo Rivera, también productor de Sopetrán.

Estos testimonios, a unos cuantos kilómetros, fueron respaldados por Nataly Villa, comerciante de procesados de tamarindo, zapote y corozo en Santa Fe de Antioquia: “Nos hemos visto muy afectados. La gente viene, tala los árboles y construye. Ha bajado la siembra y la disponibilidad de materia prima. Antes se compraba un bulto de tamarindo en $50.000, ahora se consigue entre $120.000 y $170.000. Es un efecto de dejar la tradición de las frutas por el turismo de recreo”.

Otra nace

Andrés Felipe Pardo, alcalde de Santa Fe de Antioquia, habló sobre las dinámicas de la zona: “Hay una presión inmobiliaria muy grande y eso ha resultado en la desaparición de la producción de frutales y cítricos (...). Pero eso ha sido un tema de visión: Santa Fe de Antioquia lleva casi 20 años sin actualizar el Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT), una herramienta clave para ordenar el territorio”.

Giovanny Herrera, enlace de Turismo de Sopetrán, también describió la situación: “Esta realidad la veíamos venir con la habilitación del túnel Juan Gómez Martínez hace 23 años. Y a eso se le sumaron las vías 4G. La zona se convirtió en el patio trasero de Medellín, una zona de dormitorios que ya colapsó el soporte en San Jerónimo”.

Consultado al respecto, Eduardo Loaiza, gerente de la Cámara Colombiana de la Construcción para Antioquia (Camacol), describió las preferencias inmobiliarias que se registran en el Occidente cercano. “El uso y destino predominante en oferta nueva es de vivienda por encima del tope de interés social. En general, es una segunda vivienda para personas que viven en el Valle de Aburrá e, incluso, del Oriente antioqueño”, afirmó.

Pese a esto, Loaiza aclaró que el sector ha registrado en los últimos diez años una baja en ventas, oferta e inicio de proyectos de construcción. Mientras que las ventas residenciales superaron las 400 unidades en mayo de 2012, el número entre 2019 y 2020 osciló de 80 a 85, respectivamente.

Algo similar sucedió con la oferta, la cual tuvo un pico de 466 unidades residenciales en 2012, hasta llegar a 155 en lo que va de este año. Respecto a las unidades que comenzaron construcción, Loaiza detalló que en 2013 se contaron 649 proyectos, mientras que en 2019 la cifra se ubicó en 91 (ver Radiografía).

Respecto a estas cifras, Federico Estrada, gerente de la Lonja de Propiedad Raíz de Medellín y de Antioquia, afirmó: “Me atrevo a decir que los desarrollos urbanísticos en el Occidente cercano, en su mayoría, no están desplazando actividades productivas agrícolas y ganaderas”.

Y agregó: “Con la llegada del túnel de Occidente se tuvo una expectativa gigante de crecimiento. No puedo decir que ello no haya pasado, pero esperábamos que fuera mayor. La construcción ha sido paulatina. No vemos la presión que hay por la tierra en otros puntos, como el Oriente de Antioquia”.

¿Puede equilibrarse?

Pese a las bajas, Loaiza, de Camacol, sostuvo que el futuro para el crecimiento inmobiliario es positivo. “La conectividad vial va a generar más cercanía: ello implicará mayor demanda de vivienda local y de segunda residencia, también más arriendos y mayor necesidad de ampliar la oferta hotelera (...)”.

Para encontrar un equilibrio entre este desarrollo y la producción tradicional, Estrada sugirió fijar la mirada en los EOT: “Se necesitan planes de ordenamiento territorial equilibrados, que midan los alcances de soporte de los territorios. El desarrollo inmobiliario no puede ser visto como algo negativo, si es ejecutado de manera armónica”.

Este frente, para Pardo, también es el más necesario: “Necesitamos dejar actualizado el EOT. Venimos trabajando en eso. La construcción de los anteriores no tuvo las tensiones por las vías 4G. En este contexto, un nuevo esquema debe blindar unas zonas de producción, que no solo sea de café, sino también de aguacate hass, limoncillo y frutas”.

En Sopetrán, según Herrera, ya siguen esta ruta: “Le estamos apostando al turismo de naturaleza, agroturismo y turismo rural, con lo que esperamos fortalecer los núcleos familiares rurales y evitar que la gente venda sus terrenos”.

Rodolfo Correa, secretario de Agricultura del departamento, aclaró que la Gobernación reconoce las afugias que enfrenta la agricultura tradicional en el Occidente. Para ello, afirmó, se ha destinado una ruta de inversión que sirva de primer paso: “Acabamos de suscribir un acuerdo con Sopetrán para instalar la Ciudadela Agrotecnológica de las frutas, un espacio de acopio, producción y transformación, para que la zona recupere su vocación frutera”.

El despacho prevé la inversión de $4.000 millones entre 2022 y 2023. Además, según Correa, a la subregión llegará otra inyección por $1.000 millones, para potenciar la producción panelera.

“No podemos detener los avances que hemos logrado en el sector turismo. Fomentar desarrollo turístico y agropecuario, en simultánea, es nuestro propósito. Con estas inversiones no vamos a resolver el asunto, pero es el primer paso para sacar a la agricultura del Occidente del olvido en el que se encuentra”, concluyó el funcionario

Para municipios del Occidente cercano es urgente la actualización de sus herramientas de organización del territorio para que productores tradicionales y turismo sobrevivan.

100 %
de la producción nacional de zapote y tamarindo lo ponía el Occidente. Cifra bajó al 30 %.
649
unidades residenciales iniciaron construcción en 2013. En 2019 la cifra fue 91.
649
unidades residenciales iniciaron construcción en 2013. En 2019 la cifra fue 91.
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