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Por crisis, citricultores del Suroeste se debaten entre seguir con sus cultivos o volver a la ganadería

Por los fenómenos climáticos, productores de la subregión del Suroeste han perdido unas 3.200 hectáreas sembradas de cítricos. Piden más apoyo técnico de las entidades del Estado.

  • Muchos de los productores del Suroeste se resisten a dejar sus cultivos de cítricos y volver a la ganadería, pero necesitan más acompañamiento técnico y estatal para poderlo lograr. FOTO el Colombiano

    Muchos de los productores del Suroeste se resisten a dejar sus cultivos de cítricos y volver a la ganadería, pero necesitan más acompañamiento técnico y estatal para poderlo lograr.

    FOTO el Colombiano

Por crisis, citricultores del Suroeste se debaten entre seguir con sus cultivos o volver a la ganadería
13 de mayo de 2023
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Colombia no solo es admirado por sus paisajes y la calidad de su café. La riqueza de sus suelos y la variedad de climas han hecho que en los últimos años otro renglón de la economía coja fuerza y sea ahora un producto estrella: las frutas.

Y es que el año pasado fue muy positivo para las exportaciones del sector frutícola colombiano: las ventas al exterior de frutas alcanzaron los US$1.476 millones, un aumento de 4,7% frente a 2021, según los reportes del Dane.

Pero dentro de este grupo, los cítricos se convirtieron en unos de los más apetecidos, destacándose el crecimiento del volumen exportado de limón Tahití (66%), la gulupa (15,6%) y el maracuyá (20,2%).

No obstante, pese a los buenos resultados en cuanto al comercio exterior, la producción local de cítricos viene atravesando una crisis que los está llevando a replantearse ese futuro prometedor que vislumbraban para el subsector.

Los cuellos de botella

Manuel Escobar es un productor de cítricos del Suroeste antioqueño. A parte de ocuparse de sus cultivos, lidera la Asociación de Citricultores de Colombia (Citricauca), conformada por productores de naranja, mandarina y lima ácida o limón Tahití de municipios como Valparaíso, La Pintada, Támesis y Fredonia.

Para Escobar, estos últimos dos años han sido unos de los más difíciles. “El panorama en Antioquia es caótico. Las pérdidas en productividad que hemos tenido, entre 2021 y 2022, han sido hasta del 40%. Hemos dejado de producir unas 20.000 toneladas anuales de cítricos en el Suroeste. Y este año, prevemos que la producción se reducirá en 80.000 toneladas”, dijo.

Gran parte de estas pérdidas han sido provocadas, al igual que en otros sectores del agro, por fenómenos climáticos, y aumento del precio y poca disponibilidad de los insumos, pero también por falta de tecnificación, investigación y capacitación.

Precisamente, como consecuencia de lo anterior, el área sembrada de cítricos en el Suroeste se ha reducido fuertemente. “Tenemos una gran cantidad de árboles que se han venido muriendo, resultado del exceso de agua, de hongos y enfermedades. De las 8.000 hectáreas que tenemos sembradas, hemos perdido unas 3.200, lo que también ha provocado pérdidas en mano de obra, pues muchas fincas han tenido que despedir a sus trabajadores”, contó Escobar.

Y alertó que todo apunta a que en el corto y mediano plazo se perderían en la subregión entre 2.240 y 3.200 empleos directos.

‘Al enfermo lo cogió sin fuerzas’

Luego de tres años de intensas lluvias que dejaron graves afectaciones en la producción de los alimentos, el agro colombiano se está preparando para otro evento climático: la llegada del fenómeno del Niño, cuyos impactos se sentirán con mayor fuerza en cultivos como el café, los cítricos, las hortalizas y el aguacate.

“Como la gente perdió tanta plata con el invierno, ahora va a tener menos árboles, agua y producción. Salimos de una humedad, de un estrés hídrico, a una sequía. Las raíces encharcadas, con el verano, se van a romper”, señaló con preocupación Escobar.

Y es que para los citricultores del Suroeste los meses que se vienen serán aún más complejos, pues aún no se han recuperado del todo de las fuertes lluvias, que dificultaron el control de plagas, la gestión de enfermedades y la fertilización.

De hecho, lo que pasó con una de las fincas más grandes de cítricos de esa subregión prendió las alarmas. Según cuenta Escobar, en tres años allí ya se han perdido 200 hectáreas de las 250 que tenían, y de las 180 personas que trabajaban allí, solo quedan 80.

Por esta razón, los productores están poco optimistas con que Colombia pueda cumplir con sus promesas de exportación de frutas como la lima Tahití —que se ha considerado una gran promesa exportadora—, debido a que la producción no sería suficiente para suplir la demanda, sobre todo, de países como Estados Unidos.

“Las plantas de empaque y transformación de frutas están bajando su capacidad operativa hasta a un 60%. La fruta se está perdiendo por el exceso de humedad y porque no hay asesorías ni recomendaciones técnicas para la exportación”, manifestó Escobar.

Por eso, para Citricauca está difícil que Colombia cumpla con las metas que tiene en cuanto a ventas al exterior de, por ejemplo, limón Tahití.

“Iniciativas y proyectos van a haber muchas, lo que no habrá es cómo cumplirle a esa demanda. Se creó una expectativa grande pero los cultivos se han ido perdiendo. Y es una lástima porque se está perdiendo la oportunidad de llegar a mercados internacionales que se han abierto, y aprovechar también la baja producción de grandes exportadores de este fruto como Brasil y México”, señaló el líder del clúster.

No quieren volver a la ganadería

De acuerdo con la Cámara de Comercio de Medellín, Antioquia se ha consolidado como el primer departamento del país en producción de cítricos, y con las empresas con mayor vocación de exportación y de valor agregado como la producción de jugos.

Sin embargo, uno de los riesgos que traería esta crisis para los cultivadores de este renglón productivo es el regreso a la ganadería tradicional, algo que la mayoría de ellos no quiere hacer.

“En el Suroeste cambiamos desde hace unos años la ganadería por los cítricos, porque esta no daba para pagar gastos como el predial, insumos o trabajadores. La ganadería en este trópico medio es tradicional, es decir, es un poco mejorada más no es tecnificada, así que no es lo suficientemente rentable, sobre todo para los finqueros pequeños. Por ejemplo, yo tengo una finca de 30 hectáreas y en el pasado intenté tener ganadería de ceba, con un novillo por hectárea, cuyo ciclo era de año y medio por hectárea, pero eso dio. En cambio, en la citricultura puedo tener hasta 250 árboles de naranja o limón por hectárea”, contó Escobar.

De esta manera, muchos de los productores antioqueños se resisten a dejar sus cultivos de cítricos, pero necesitan más acompañamiento técnico y estatal para poderlo lograr; pues consideran que, al contrario de sectores como el café, la caña, el banano, la palma o el arroz, ellos no cuentan con un centro de investigación que los apoye e instruya en momentos críticos.

“Nuestros cultivos se hicieron a pulso de los propietarios de las fincas, y solo con referencias. Veíamos que alguien tenía una asesoría y por ahí nos íbamos, no fue algo planificado”, recalcó Escobar.

Sobre esta situación, Álvaro Palacio, gerente general de la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol), afirmó que la ganadería históricamente no es buena opción, e indicó que actualmente el gremio está trabajando en un centro de investigación.

“En Asohofrucol ya tenemos una finca grande donde estamos desarrollando investigaciones de diferentes cultivos del agro. También tenemos varias fincas experimentales en las que se han hecho trabajos bajo el modelo de agricultura tropical, y hemos logrado avances como reducción en costos de producción, plagas y enfermedades”, dijo Palacio.

No obstante, también reconoció que el gran inconveniente es que hay alrededor de 1 millón de productores del sector hortifrutícola en el país, por lo que considera difícil “atenderlos a todos con los escasos recursos que manejamos. Pero la discusión ya se está dando”.

¿Replantear el modelo del agro?

El clima no es lo único que está afectando al agro colombiano. Para el dirigente de Asohofrucol, el país tiene un modelo de agricultura que es muy agresivo con el medio ambiente por el uso excesivo de químicos y el mal manejo de los suelos.

“Necesitamos una agricultura que sea más sostenible y amigable con el medio ambiente, y esto empieza por el suelo. El 95% de las plagas y enfermedades en los cítricos, y en cualquier cultivo, depende de cómo hayamos manejado el suelo”, apuntó Palacio.

Y agregó que, por ejemplo, la producción de naranjas dulces, uno de los cultivos más afectados en el Suroccidente y Suroeste de Antioquia, se ha visto impactada no solo por la ola invernal sino también por el exceso de químicos en los suelos, ya que esto los vuelve más frágiles y susceptibles a las plagas y enfermedades.

“Cada que eliminamos la hierba con herbicidas incrementamos las plagas. Los productores no podemos ser reacios al cambio, a seguir con un modelo de una agricultura tan contaminante. Hoy la misma comunidad europea nos están diciendo que no envenenemos más los suelos y el agua”, puntualizó Palacio.

Por ahora, la única certeza es que la citricultura antioqueña está atravesando por uno de sus peores momentos: los productores están haciendo ‘maromas’ para no dejar sus cultivos ni reemplazarlos por otro renglón económico. El llamado de ellos es a contar con más acompañamiento por parte de entidades como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia) y el Ministerio de Agricultura.

Asimismo, son insistentes en la importancia y necesidad de desarrollar un centro de investigación que se especialice solo en citricultura, con el fin de que haya un diagnóstico detallado sobre este subsector, para que los productores se puedan apoyar y adquirir más herramientas que los ayude a afrontar el futuro y las turbulencias.

Minagricultura pide emplear métodos de producción más sostenibles

El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural hizo un llamado urgente a los productores y exportadores del sector agropecuario para cumplir con la nueva normativa de la Unión Europea sobre el uso de pesticidas y plaguicidas químicos en las cadenas de producción. No acatar estos lineamientos podría generar afectaciones en un mercado que para octubre de 2022 había comprado US$2.216 millones en productos agropecuarios colombianos.

Estos nuevos estándares de la Unión Europea hacen parte de la estrategia ‘De la granja a la mesa’, con la que se busca la puesta en marcha de un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente. Además, la UE restringirá el ingreso de productos que provengan de tierras deforestadas y se fijó como meta la reducción del uso de pesticidas y plaguicidas en un 50% para 2030.

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