Tomar un Uber, Cabify, In-Driver o Didi; pedir comida en Domicilios.com, Rappi o Uber Eats, y hospedarse en una habitación de Airbnb son actividades que cada vez se vuelven más cotidianas. Pero, ¿se ha preguntado quiénes son las personas que se dedican a transportarlo en su carro, entregarle un pedido u hospedarlo en su casa? Aunque hacen parte de los 22,3 millones de personas ocupadas, no necesariamente cuentan con un contrato laboral y contribuyen al 47,5 % de informalidad laboral, reportada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), entre mayo y julio.
Ante la espera de regulación de estas plataformas colaborativas, los operadores deciden las condiciones laborales que le ofrecen a los prestadores o intermediarios, como la no exigencia de afiliación a una Entidad Promotora de Salud (EPS), o una Administradora de Riesgos Laborales (ARL). Es decisión de ellos cotizar.
No obstante, eso no exime la posibilidad de que puedan hacerlo de manera independiente. Para poner un ejemplo, Jason Giraldo, un conductor que ofrece sus servicios en distintas plataformas de transporte de pasajeros, señaló que “aunque la empresa no les otorga ese tipo de seguridad social, con lo que gana mensualmente le alcanza para cotizar por cuenta propia”.
Un día laboral de Jason (así como el de otros conductores) supera las 11 horas sentado en el carro detrás del timón. “Trabajo de lunes a viernes y eso me da hasta 750.000 pesos semanales. Al mes son 3 millones. Eso depende de los beneficios que le dé a uno la plataforma por cumplimiento de metas”, destacó.
Giraldo hace parte de los 9,6 millones de aportantes independientes a la salud y recalcó que con el sueldo que se hace, sería “irresponsable no cotizar”.