Un reportero gráfico de El País de España congeló el momento en que Pascual Tejerina le daba golpes a un balón, mientras el comisario y asistentes esperaban a ver si se disputaba la novena fecha de la temporada 78/79 de la liga española. El 6 de marzo de 1979, Tejerina, retratado en la cancha sin jugadores, fue primera página de la sección de deportes: la pelota que iba a hacer famosos a Quique Wolff y Vicente del Bosque hizo noticia al de Valladolid.
Lo de Tejerina fue el único fútbol que se vio ese día en las canchas de España, tras la decisión de los profesionales de ir a paro. Una huelga que quedó registrada en revistas y noticieros como la de “las botas caídas” y que ayudó, entre otros, a que los futbolistas no fueran obligados a quedarse en un sólo equipo, dándoles la libertad de firmar con el club que quisieran.
40 años después, en Colombia se abre la puerta a la que sería la primer huelga de este tipo. Paro que si bien se había anunciado a partir del próximo 3 de noviembre, fue suspendido por los futbolistas (temporalmente) dado que el Ministerio de Trabajo y la Comisión Especial de Tratamiento de Conflictos de la OIT insisten en poder llegar a un acuerdo.
Exigencias relacionadas al cumplimiento en pagos, derechos laborales y garantías para que la pensión no sea una utopía son algunos de los reclamos que según la agremiación de futbolistas no han sido escuchados y que llevaron a las directivas de sus clubes, y ante la División Mayor del Fútbol Colombia (Dimayor), con excepción de Nacional y Junior, que han respaldado el apoyo corporativo de sus clubes.
Frente a este punto, Jorge Enrique Vélez, presidente de la Dimayor, envió una carta al viceministro de Trabajo, Carlos Baena, argumentando que, al no ser empleadores de los futbolistas, no tienen competencia para tratar las exigencias.
La situación vuelve a poner de manifiesto un problema: la necesidad de contar con instituciones deportivas que sean concebidas como firmas deportivas de verdad. Así lo manifiesta Giovanni Reyes, profesor de empresas de la Universidad del Rosario.
Para el experto es importante que los clubes sean cada vez más conscientes de las necesidades que tienen los empleados, y que se creen condiciones laborales que vayan en satisfacción de los derechos fundamentales: “que el pago del salario sea cumplido, que el jugador sienta la seguridad de que aspectos como la pensión y salud serán cubiertos”.
Gran parte del fútbol colombiano adolece de la necesidad de encontrar ingresos que le supongan un respiro económico. Si bien negocios como el canal premium (que transmitirá los partidos más importantes de la Liga), y la venta al exterior de los derechos de transmisión del torneo suponen una salida, el dinero no alcanza (ver Antecedentes).
Fernando ‘Pecoso’ Castro fue jugador de equipos como el Cali y Once Caldas. También ha sido técnico de clubes como Independiente Santa Fe y América de Cali, entre otros. Además de ser reconocido por lo que representó para sus equipos, se le conoce por las constantes quejas que ha manifestado a la estructura empresarial del fútbol local.
“Cuando empecé no tenía mayores preocupaciones en los temas de la pensión porque trabajaba en la Central Hidroeléctrica de Caldas. Después el fútbol se convirtió en la principal fuente de ingresos, y ahí cambió el tema. Pero ha costado tanto que hoy sigo esperando”.
‘Pecoso’ resalta que si bien aún hay camino por recorrer, se ha avanzado y la pelea que han dado los futbolistas por organizar el fútbol es valiosa.
Carlos González Puche, presidente de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), dijo que hay que hacer una renovación de ciertos estamentos sobre la lógica en la que está concebida la estructura de la liga nacional, que compromete el cambio y el respeto por más derechos laborales.
“El estatuto del jugador hay que entrar a revisarlo, el tema de las vacaciones, los tiempos en los que se juegan las competencias internacionales, todo hay que garantizarlo. Si se quiere que este sea un negocio serio, hay que hacer cambios de raíz”, explicó González.