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Mejorar las condiciones laborales de las mujeres, cerrar la brecha salarial y las oportunidades de ascender en una organización son batallas recurrentes de actores multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Pues precisamente esta última acaba de entregar un informe de recomendaciones que los gobiernos de la región deberían seguir para que las mujeres tengan entornos laborales más favorables.
Arranca el documento Perspectivas de la participación laboral femenina en América Latina diciendo que el hecho de que las mujeres no estén teniendo la oportunidad de acceder a un trabajo formalizado les está generando una suerte de pérdida de autonomía.
Según Alicia Bárcena, secretaria general de la Cepal, y Juan Hunt, director regional del organismo, “la autonomía económica es un pilar fundamental para el desarrollo personal de las mujeres y, por definición, implica que estas perciban ingresos que les permitan superar la pobreza y disponer de su tiempo libremente para capacitarse”, con la idea de tener un desarrollo profesional más integral.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 de la ONU, que se enmarcan dentro de la agenda de 2030, dicta precisamente la obligación que tienen los gobiernos de cerrar la desigualdad de género incluyendo aspectos relacionados al trabajo.
Para analistas, como José Roberto Acosta, en el momento en que los Estados entiendan que se necesitan políticas económicas que hagan de la mujer un actor fundamental en el empleo se empezarán a tomar decisiones reales.
“Mientras eso no ocurra seguiremos viendo empresas que pongan techo de cristal al crecimiento a las mujeres dentro de una organización. También veremos cómo se les descalificará de un proceso porque manifiesten su deseo de ser madres. En fin, son muchos los escenarios, y pocas las soluciones”, dijo Acosta.
Lo cierto es que el informe de la Cepal da cuenta de que en un escenario de “máxima potencia”, en el que las mujeres tuviesen una participación laboral idéntica a la de los hombres, “el producto interno bruto (PIB) anual del mundo se incrementaría en 28 billones de dólares hacia 2025”. Lo que quiere decir, según el organismo, que la economía mundial se elevaría un 26 %.
En este punto vale la pena recordar que un estudio de las consultoras Novta y Cheng Wong encontró que de darse ese mismo escenario, el PIB de los países de América Latina podría tener un crecimiento entre el 4 % y el 14 %. Y si bien se ha dado un auge de la participación de la mujer en el mercado laboral de la región desde la década de los 90, al ir del 41 % hasta el 52 % en 2018, todavía no es suficiente.
De ahí que lo que hagan tanto el sector público como el privado para tomar conciencia de la importancia de quitar sesgos de género, será fundamental para que más mujeres entren al mercado laboral formalizado.
Bajo ese panorama, el presidente Iván Duque, junto a la ministra de Trabajo, Alicia Arango, lanzaron el pasado 6 de noviembre la primera Iniciativa de Paridad de Género que contempla un trabajo con las dependencias de talento humano empresariales para reducir estereotipos.
Sobre la importancia de este tipo de cambios, Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que apoya la iniciativa en Colombia, aseguró que “alcanzar la paridad de género es una cuestión de desarrollo. Cuando las empresas tienen más mujeres en posiciones de liderazgo, logran más innovación, generan mayores retornos, y tienen clientes más fieles; y más importante aún: se logra mayor equidad entre nuestra sociedad”.
Reducir los estereotipos, según el BID, también incluye que las empresas empiecen a ver en las mujeres líderes en el sector tecnológico, una de las actividades que podría suponer una oportunidad para acabar la desigualdad laboral entre hombres y mujeres. Los datos conjuntos más actualizados (con fecha de 2017) dan cuenta de que desde el año 2000 había un número muy cercano al 3 % de graduadas en carreras de tecnologías de la información y las comunicaciones, y que en 2017 ese número incluso se redujo para llegar al 2 %. Mientras que en igual periodo, en hombres pasó del 5 % a cerca del 8 %.
Sólo para tener una referencia, una encuesta realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 75 países y dirigida a personas que trabajan en cinco plataformas digitales, encontró que sólo uno de cada tres trabajadores era mujer.
Y la Cepal evidencia un problema: “la existencia de más opciones de empleo gracias a la digitalización y al trabajo en plataforma no parece por sí misma ser un gran potenciador de la participación laboral femenina. Para que esta herramienta alcance su máximo potencial y no profundice las brechas ya existentes es necesario que esté acompañada de otras políticas”.
De ahí que se escuchen voces como la de Joanna Prieto, cofundadora de la organización Geek Girls Latam, en torno a que la tecnología por sí misma no ayudará a cerrar las deficiencias, pasará en el momento en que las mujeres pasen de apropiarse, a crear tecnología. “Debemos trabajar en la creación de este tipo de espacios. Solo 2 de cada 10 trabajadores de la industria tech son mujeres. Por eso es importante”.
Tengo más libros de fútbol que calzoncillos y medias.