A menudo se hacen ofertas para comprar compañías, pero tal vez ninguna tiene la trascendencia más allá de lo económico de lo que sería la adquisición de Nutresa por parte de Jaime y Gabriel Gilinski.
El anuncio del miércoles en la noche, de que los Gilinski ofertaron por entre el 50,1% y el 62,6% de las acciones, es decir, quedarse con el control de una de las compañías más emblemáticas de Antioquia, cayó como un baldado de agua fría en algunos sectores de la dirigencia empresarial de la región.
No solo se trataría de una de las transacciones más grandes de los últimos años en el país, sino que, de concretarse, el control de los Gilinski podría traer consigo el cambio de lo que ha sido un exitoso modelo empresarial en el último medio siglo en Antioquia.
Si Gilinski logra comprar al menos 50,1% de las acciones, más allá de quedarse con Nutresa, lo importante es que se metería en el corazón al Grupo Empresarial Antioqueño (GEA). Por eso hay quienes creen que se trata de una especie de Caballo de Troya del magnate caleño para tomar el control de otras empresas estratégicas del GEA, como Bancolombia.
Pero, desde otro punto de vista, también hay quienes aseguran que se trata de un voto de confianza de los Gilinski en el país y en Antioquia, que traería dinámica a la economía y ganancias a los inversionistas de Nutresa que ahora tienen la oportunidad de vender sus títulos a lo que en principio parece un buen precio.
Por qué es jugada maestra
El modelo de empresas en Antioquia se comenzó a construir en la década de los 70 del siglo pasado. En ese entonces, los más poderosos de Colombia, Carlos Ardila Lülle, Julio Mario Santodomingo y Jaime Michelsen Uribe, estaban tomándose todas las firmas paisas. Y la compra de Coltejer, por parte de Ardila Lülle, fue la gota que rebosó la copa.
Los paisas se unieron en defensa del patrimonio industrial de Antioquia y comenzaron a comprar acciones entre las mismas empresas para mantener alejados a los conglomerados “foráneos”. Por eso los periodistas lo bautizaron como el Sindicato Antioqueño.
Luego, en los años 90, nació el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA): eran tantas compañías dueñas unas de otras que los empresarios decidieron ponerle orden a la casa y el conglomerado se conformó alrededor de tres grandes grupos, como columnas vertebrales: Grupo Sura, Grupo Argos y Grupo Nutresa.
El detalle interesante es que cada uno de ellos era propietario de los otros dos, porque adquirieron más del 50% de las acciones de estas grandes empresas. De manera que el GEA tenía el control de todo el conglomerado y el patrimonio industrial del departamento quedaba blindado.
Ese conglomerado, además, ha demostrado tener un alto componente cívico en sus acciones y se ha preocupado por contribuir al desarrollo de Antioquia, no solo en cuanto a progreso industrial, sino también desde el punto de vista educativo y social. De cierta manera, más que un capitalismo salvaje, aplican un capitalismo, si se quiere, consciente.
En los últimos 30 años estos grupos han crecido y se han convertido en verdaderas multinacionales: Nutresa tiene inversiones en 14 países, desde Estados Unidos hasta Chile, Argos en 18 y Sura en 10. Todo esa expansión internacional implicó muchas transacciones entre las que se fue perdiendo el control del GEA: hoy Argos y Sura solo tienen el 45,24% de Nutresa.
Y ahí es donde Gilinski vio una oportunidad. Si lo que busca es colarse en el Grupo Empresarial Antioqueño, sin duda el flanco más débil es Nutresa, porque el GEA no tiene más del 50% de las acciones y, además, es la entrada más económica al hermético grupo.
Las acciones de Nutresa les pueden costar a los Gilinski entre 8,7 billones de pesos y 10 billones de pesos (cerca de 2.600 millones de dólares) y con ello se harían a uno de los grupos de alimentos más grandes de América Latina. Pero, a su vez, Nutresa tiene el 13% de las acciones de Sura y casi el 10% de Argos, lo cual les da a los Gilinski no solo propiedad sobre estos poderosos conglomerados sino también asiento en sus juntas directivas.
Algunos dirigentes empresariales interpretan que el interés de Gilinski no es tanto Nutresa, sino que es una manera de abrir camino para quedarse con Bancolombia. Puede tener algún sustento esa hipótesis si se tiene en cuenta que, en primer lugar, los Gilinski no solo son dueños del banco GNB Sudameris, sino que las más recientes compras que han hecho son de bancos, como el BBVA en Paraguay.
Y en segundo lugar, por lo que en algún momento se llamó el “negocio del siglo” y terminó convertido en la “pelea del siglo” entre los Gilinski y el GEA. Este le compró a los Gilinski el Banco de Colombia, y lo fusionó con Conavi para convertirlo en el Bancolombia que es hoy. Pero hubo diferencias que terminaron en una demanda de los Gilinski contra el GEA. Ese litigio duró cerca de 10 años y les estaba costando tanto a las dos partes en equipos de abogados –se enfrentaron los bufetes más poderosos del país–, que aceptaron llegar a un acuerdo.
Para algunos esa herida aún está abierta. Y por eso creen que los Gilinski vienen por Bancolombia, y que, por esa misma razón, el GEA no se lo va a dejar quitar.
“Es muy difícil que el GEA le venda a Gilinski”, dice el presidente de una comisionista de bolsa citado por el portal especializado en economía Primera Página.
Protección, ¿piedra angular?
Pero para el GEA no va a ser fácil evitarlo. Como ya se mencionó, Sura y Argos tienen el 45,24% de las acciones de Nutresa, y las demás están en manos de fondos de pensiones o particulares que podrían vendérselas a Gilinski.
Hay quienes creen que la piedra angular sería la AFP Protección, también del GEA, que aparece como dueña del 5,2% de las acciones de la holding de alimentos a través de cinco fondos de pensiones. Sumándolas a las de Sura y Argos equivaldrían al 50,44% de las especies de Nutresa.
Es decir, en el hipotético caso de que las empresas del GEA decidieran oponerse a la venta, lo que pase con Protección (cuyo accionista principal es Sura Asset Management con 49,36%) resultaría determinante. Pero, no se pueden hacer esas cuentas tan alegres, porque los fondos de pensiones deben responder por los intereses de sus afiliados y, prácticamente, Protección estaría obligado a vender sus acciones si se tiene en cuenta que cada acción de Nutresa se está cotizando en bolsa a 21.740 pesos, y los Gilinski están ofreciendo 29.879 por cada una, es decir, un 38% más. No tendrían cómo negarse si para los pensionados es un buen negocio.
También existe la posibilidad de que accionistas individuales decidan no vender.
Con el paso de los días se sabrá si el GEA buscará alguna manera de evitar la entrada de los Gilinski a esta suerte de fuerte empresarial o, si por el contrario, permitirá la llegada de nuevos competidores